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La reducción de velocidad a 90 km/h deja un regusto positivo

photo_camera La señales para circular a 90 kilómetros por hora aún no fueron renovadas en la OU-525, en San Cibrao, tras retirar las de 80 (A.C).
La medida cumple seis meses acompañada de un sobresaliente descenso de los accidentes mortales. El cambio en la señalización todavía no se ha completado, despertando quejas de los conductores

La medida de reducción de velocidad a 90 kilómetros por hora en las carreteras convencionales cumple mañana medio año y tanto la Guardia Civil como la Dirección Provincial de Tráfico hacen un balance positivo de la iniciativa. En lo que se refiere a la siniestralidad mortal, para el jefe provincial de Tráfico, David Llorente, "el primer semestre de este año  es el mejor desde que hay datos a nivel nacional. En la provincia, a fecha de hoy, también", asegura.

En las carreteras ourensanas perdieron la vida cuatro personas desde que comenzó el año, nueve menos que en el mismo ejercicio del año anterior, cuando a fecha del 1 de agosto se llevaban contabilizados 13 muertos, de ellos tres motorista y dos peatones. Estos últimos fueron atropellados. El año  2018 finalizó con 18 fallecidos en carretera, el doble del anterior.


Tiempo para analizar


David Llorente no vincula directamente la considerable reducción de siniestros mortales con la reducción de velocidad en las carreteras convencionales, pero entiende que  "cualquier medida de tráfico bien explicada y ejecutada al unísono por diferentes administraciones  (Fomento, DGT, y Xunta de Galicia) funciona". Al mismo tiempo, lamenta que entre los problemas derivados de tener un Gobierno en funciones "no se hayan implantado otras iniciativas que ya estaban preparadas", como la introducción de reformas en la normativa que regula el carné por puntos, la reducción de la velocidad en las ciudades a 30 km/hora y la regulación de los patinetes. 

Este argumento es compartido por la Guardia Civil de Tráfico, que  muestra "optimismo moderado" ante la reducción de los siniestros mortales, pero entiende que hay que dejar pasar más tiempo para  "comprobar si la tendencia a la baja se consolida", máxime cuando aún queda un buen trecho de 2019. En Tráfico recuerdan que toda modificación legislativa conlleva un período de adaptación, pasado el cual se "dispondrán de más datos objetivos para poder hacer comparativas. Hay que esperar para valorar si el descenso de la velocidad está relacionado directamente con la disminución de fallecidos".


Problemas de señalización


La normativa para reducir la velocidad de 100 a 90 kilómetros por hora en la carreteras convencionales entró en vigor el pasado 29 de enero. La Dirección General de Tráfico y la propia Guardia Civil la pusieron en marcha desde el primer día, pero las reformas que debía llevar a cabo la Administración van un poco más lentas. En la actualidad, brigadas de carreteras aún están realizando obras, como las llevadas a cabo en las últimas semanas en el tramo de la carretera denominada ahora OU-525 (antigua N-525) entre San Cibrao y Allariz. Los operarios borraron parte de la señalización horizontal y aún no fue sustituida por otra.

Dentro de esta carretera también fueron retiradas señales verticales, a la altura del Polígono Barreiros, Allariz y Taboadela, que aún no fueron sustituidas.

Juan Salgado Fernández es un transportista de Xinzo que circula a diario por la provincia: "Hay travesías con la velocidad limitada a 50 kilómetros a la hora, con la de Piñeira de Arcos (Sandiás). Las señales de limitación están puestas, pero cuando rebasas el casco urbano aún no fueron instaladas otras que permitan circular a más velocidad cuando antes sí las había". Salgado puntualiza que la misma situación se repite al salir de rotondas: "Si no hay señal, te puedes enfrentar a un multa si está colocado un radar móvil". 


Cinco radares fijos tuvieron que se reprogramados


La reducción de 90 kilómetros por hora obligó a  regular  las mediciones de velocidad en cinco radares fijos instalados en las carreteras de la provincia. 

Tres  de ellos recogen ahora a los conductores que circulan por encima de los 90 kilómetros, cuando antes estaban  programados para detectar a los que rebasan los 80. Estos radares están ubicados en el kilómetro 230,700 de la nueva carretera autonómica OU-525 (antigua N-525), a su paso por el polígono Barreiros; carretera N-120, en Vilamartín de Valdeorras; carretera N-541, a su paso por Godás do Río (Carballiño), y el instalado en la carretera N-120 a la altura del cruce Penalba-Parador Santo Estevo (Nogueira de Ramuín).

Todos están operativos con límites de 90 kilómetros por hora desde la pasada Semana Santa. 

Mientras tanto, el radar que está ubicado en Nogueira de Ramuín lo tiene fijado ahora en 70 kilómetros por hora.

También fue reprogramado, pero a la baja, el situado en Bentraces (Barbadás), que fue objeto el pasado viernes de un sabotaje. En este caso, el aparato estaba antes programado para los 100 kilómetros a la hora.

Los aparatos son titularidad de la DGT, que a mediados de primavera instaba a la Administración a renovar la señalización de forma inmediata "para evitar confusiones entre los conductores". Tanto en Fomento como en la Consellería de Infraestructuras aseguran que la mayoría de las obras ya están realizadas y ahora se están llevando a cabo mejoras para garantizar la seguridad de los conductores. 


Doscientos kilómetros de los que se retiraron 134 señales verticales


La reducción de velocidad de 100 a 90 kilómetros entró en vigor tras la modificación del artículo 48 del Reglamento General de Circulación. Apeló directamente a los conductores de  turismos y motocicletas. Dentro de la provincia afectó a 200 kilómetros de carreteras, cuya titularidad es de Fomento y de la Xunta, que tuvieron que retirar 134 señales para sustituirlas por otras, trabajos que en muchos tramos aún está pendiente de realizar. 

El principal objetivo de la medida es el de reducir la siniestralidad mortal, dado que la velocidad está, junto con las distracciones al volante, según viene insistiendo Tráfico, presente en la amplia mayoría de los siniestros, que también tienen como escenario las carreteas convencionales.

En Tráfico ponen como ejemplo el tramo de la N-525 en Coles –donde las autoridades  simbolizaron la instalación de la primera señal de 90–, uno de los más peligrosos de la provincia. En el 2016 fue instalado un radar de tramo y desde entonces no se ha registrado ningún siniestro con fallecidos. 

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