“Regoalde escarállame o coche"

Los baches de Regoalde tienen forma -uno de ellos, incluso sugiere un mapa de España en relieve-, profundidad, vida propia. En esta aldea, como en el resto de la provincia, ya crecen más socavones que niños. Coches, autobuses, camiones y demás familia los alimentan al pasar a base de un tráfico casi constante. En el último momento, reducen la velocidad y alguna marcha y casi parecen echarles unas miguitas de pan por la ventana. Y, como (casi) todo, los socavones tienen un lado bueno: "Cando pasa un mozo a toda ostia co coche, dígolle á muller: case mellor que non asfalten", bromea Baldomero Fernández, miembro activo de la asociación vecinal de Santa Eulaia de Beiro. José Manuel García, taxista de Amoeiro, es una de las personas que más sufre esta plaga de anomalías en el firme, y lleva años haciéndolo en voz alta, a veces incluso a través del altavoz de los medios, pero nada de nada. La denuncia mediática no cuaja y los vecinos ya empiezan a sopesar reunirse para tomar otro tipo de medidas. De momento, como diría Raphael, solo "una balada triste de trompeta de un corazón desesperado". "Isto non é nada, isto non é nada", se burla el taxista desde su coche a la entrada de esta aldea ourensana ante los primeros -y aún tímidos- socavones. Casi parece orgulloso de los baches de Regoalde, como el pescador que se hizo con una gigantesca trucha enfrentándose a ella con toda su valía. Y es que -con el mismo arrojo- este conductor lleva años sorteando "fochancas". Por cierto, acaba de invertir dosmil euros en unos nuevos amortiguadores. "Regoalde escarállame o coche", resume. García a veces bromea "é que non hai chapapote", a veces se enfada "aquí páganse impostos igual que no resto de Ourense". Y le desanima aún más ver que -en zonas como O Couto- "asfaltan hoxe e nuns meses está todo estropeado". Sus clientes más faltones, cuando llega, le preguntan "¿me cago en diola, onde estiveches?". Y estuvo haciendo un rodeo para esquivar los socavones más profundos. Quienes son asiduos al lugar -como él- ya los eluden casi tan bien como un político las preguntas, y se puede distinguir al visitante y al vecino por la manera en la que sortean estos obstáculos, como un piloto entrenado. La periodista Lara Blanco realizó el 18 de junio de 2020 un reportaje para este medio. Prometía el -en aquel entonces- edil Jorge Pumar futuras mejoras dentro del proyecto llamado +Rural, por valor de 50.138,42 euros. "La obra está contemplada, aprobada y valorada, a la espera de que se ponga en marcha este plan de obras", explicaba entonces. Ahora, el Concello espera iniciar el próximo 5 de abril una intervención -perteneciente al mismo plan y adjudicada a la empresa Coviastec- que denominan "Acondicionamiento do camiño de Sas e da rúa Regoalde na parroquia de Santa Eulaia de Beiro", con un importe de 47.750,88 euros. Pero los niños que nacieron cuando se enviaron las primeras solicitudes al Concello cursan ya sexto de Primaria. "A cousa empezou con baches normais", recuerdan los vecinos. Ahora son cráteres lunares porque desde entonces Regoalde ha estado fuera de la órbita de los gobiernos locales. Los sucesivos alcaldes han pasado tan poco por la aldea que ahora son los vecinos los que no tienen por dónde pasar entre tanto precipicio para hormigas. Y el taxista José Manuel García señala a los vecinos: "Enganáronnos a min, a vostede, ao outro... É criminal. Pero cando foi a volta ciclista, afaltouse todo en nada. Se hai que dar boa imaxe...", compara. Las pinturas que realizó el Concello hace un año para marcar las zonas a asfaltar se quedaron en graffitis sobre la piedra. Otro parque abandonado Los vecinos aseguran que estas hierbas se cortan una vez al año. Antes el parque tenía una fuente, pero ya no. "E que facemos se hai un lume, ou precisas lavar as mans...", lamenta Manuela Pérez, que reside en las cercanías. Un agujero se esconde bajo la hierba y Baldomero Fernández lo cubrió con una piedra "para que ninguén rompa a cabeza". Agudeza visual: igual que en otros parques de Ourense, aquí "había unha fonte".