En sus instalaciones está encerrada buena parte de la historia del fútbol de Ourense, aunque a lo largo de la misma ha habido más nubes que claros. Para muchos ourensanos es una referencia, pues allí vieron el primer fútbol profesional, con el q

El rincón de las emociones

El campo de O Couto es un referente para gran parte de los ourensanos, sobre todo los varones, pues es difícil que aún no siendo aficionados al fútbol, no hayan pasado en algún momento de su vida por allí, como jugadores (con frecuencia acoge torneos para categorías inferiores) o, sobre todo, como espectadores.
Fue construido al inicio de los años cincuenta del siglo pasado, bajo los auspicios del régimen a través de Educación y Descanso, organización incardinada en el sindicato vertical. Con la llegada de la democracia, fue traspasado a la Administración central y luego a la Xunta.

El primer equipo que jugó en el campo fue la Agrupación Deportiva Couto, que había sido fundada en 1947, en tanto que la inauguración del recinto tuvo lugar cinco años después. Nació con el nombre de José Antonio, en memoria del mártir de la Falange y del franquismo. En 1957 surgió C.D. Ourense, convirtiéndose en inquilino permanente y principal usufructuario. En los sesenta ños de historia, el complejo atravesó por numerosas vicisitudes, sufriendo un importante deterioro a lo largo del tiempo.

En 1985, siendo presidente del equipo Jorge Bermello, logró convencer al conselleiro Manuel Ángel Villanueva Cendón -al que también se debe la construcción del complejo de Monterrei-, para abordar mejoras. Eso se tradujo en nuevos vestuarios y zona de oficinas en la grada de marcador.

En 1993 lugar la remodelación de la grada de preferencia, así como el levantamiento del terreno de juego para instalar un nuevo sistema de drenaje, que todavía se mantiene hoy. Era presidente Ramiro Lamas, circunstancia que añadió polémica a los trabajos, habida cuenta de que en algunos puntos del graderío no se podía ver todo el campo. pese a su condición de arquitecto. Hoy precisaría una profunda remodelación, dado lo obsoleto de las instalaciones, aunque los tiempos son poco propicios.


SE HIZO LA LUZ

En 1972 llegó el alumbrado que permitía disputar partidos con luz artificial. Eso ocurrió bajo la presidencia de Antonio Docabo, con quien el equipo anfitrión vivió días de gloria en liga, pero sobre todo en la Copa del Rey, donde llegó a eliminar a históricos como Tenerife, Córdoba o Real Sociedad, algunos de cuyos encuentros se celebraron a la luz del nuevo alumbrado. Por aquella época vino el Barcelona de Cruyff, saldando la deuda por el fichaje de Tomé. Fue necesario ampliar el aforo a base de instalar sillas de tijera pegadas al terreno de juego.

Para muchos aficionados, O Couto constituye una referencia vital, una cita inexcusable cada domingo a lo largo de los años, pese a las vicisitudes por las que ha atravesado C.D. Ourense a lo largo del tiempo, que han ido disuadiendo a muchos fieles.

'Es un punto de encuentro y de sentimientos, ya que hace doce años el equipo estaba codeándose con la élite de segunda división y a partir de ahí se produjo un deterioro constante que llegó al borde de la desaparición'. 'El conjunto es una amalgama de cosas positivas y negativas'. Lo dice el periodista deportivo Toño Alfaro, perfecto conocedor de la historia y las interioridades del club. Hoy las cosas van un poco mejor, gracias a la gestión de Alejandro Estévez y a la acertada dirección deportiva de Luisito, pero recuperar las grandes afluencias a la grada es todavía una empresa imposible.

Para Ricardo Seguín, cronista ahora retirado, pero que durante años siguió el día a día del equipo, el estadio 'es una referencia para los aficionados al fútbol'. Por cierto, señala que 'es de los pocos campos pendiente de obras de modernización, sobre todo en la grada de tribuna, heredada de los tiempos en que era de Educación y Descanso. Para Seguín, 'es un pequeño templo, un símbolo, para todos los niños que en un tiempo pasamos por allí'. Es de los que aún acude regularmente cada domingo.

Para los ourensanos de siempre parece imposible concebir el campo de O Couto sin ver a pie de pista o en la grada a Luis Soria, para quien representa 'mi juventud', pues vio nacer todo aquello; luego 'fui jugador, con piedras haciendo de porterías'. Más adelante fue entrenador del Couto y del Atlético Ourense, y todavía después delegado de C.D. Ourense durante muchos años. Seguramente ha sido la persona que más tiempo ha pasado allí. 'Guardo recuerdos imborrables', dice nostálgico.

Otro para quien O Couto significa mucho es Manolo Tomé, fichado por el Ourense en su Moaña natal cuando era una promesa. 'Fue mi primer campo profesional, desde el que pasé al Fútbol Club Barcelona' y con cuya camiseta volvería para jugar un amistoso que era parte de la operación de su traspaso. Colgada ya la camiseta regresó a C.D. Ourense y a O Couto como entrenador.

Casi todas las gestas del equipo están vinculadas al estadio. Hay opiniones variadas sobre los momentos más brillantes, pero existe plena coincidencia en señalar la temporada 1968-69 como como la más gloriosa, con 30 partidos ganados de otros tantos jugados, con Bouso al frente, aunque luego fracasó en la fase de ascenso. Le sigue, dicen, la de 1972, con Manolín en el banquillo, que consiguió un grupo que hacía un fútbol extraordinario y capaz de eliminar a equipos históricos en la Copa. De aquel equipo formó parte Tomé. Fueron excepción, pues en el currículum hay más pena que gloria. De todo ello fue testigo impertérrito, y sigue siendo, el campo de O Couto.

Te puede interesar