FESTIVAL DE JAZZ

Sarah McKenzie, hermosa es la noche

Precedida de un aval mediático y cuatro discos que prometen la sala respiraba desde media hora antes un ambiente de esos que se saborean en la distancia

Soñar es fácil, incluso gratis, dicen. La noche envuelta en papel de regalo, y un regalo llegará fiel a la cita, como un ángel hermoso sentado al piano, recién llegado del cielo dispuesto a envenenar con sus recursos lo que se presenta como una gran noche de jazz. La sala repleta, espera su dosis o su regalo. Le pertenece.

Ourense. 10-05-2016. Sarah Mckenzie en el Café Latino. PazSi me preguntan que es una chica diez, la australiana Sarah Mckenzie lo es. Verla tocar no es de este mundo. Sobre el piano rubia, ojos castaños, y una piel blanquísima y donde resalta sobre manera su elegante traje negro, como si quisiera estar a juego con el piano. La cantante y pianista hizo bonita hasta las muecas, repetidas, insistentes que adornaban cada nota y que remataban en una mueca endiosada. La belleza es lo que tiene. Precedida de un aval mediático y cuatro discos que prometen, la sala respiraba desde media hora antes un ambiente de esos que se saborean en la distancia.Ourense. 10-05-2016. Sarah Mckenzie en el Café Latino. Paz

Reconozco la sorpresa. Un jazz clásico, melódico, con mucho swing pegado a sus virtudes de gran pianista, de las que costaba pensar que ambas fueran la misma persona. Ese ser angelical que acariciaba el micro como si estuviera realmente muy enamorada, sobre todo de sí mismo, a sabiendas de que a su espectáculo es difícil ponerle peros, al menos tal y como lo tiene planteado. Arropado por un potente y habilidoso guitarrista, Jo Caleb, que se las sabe todas o casi todas, no hay peligro en que cada canción discurra perfecta, en que cada improvisación adquiera episodios heroicos dejando boquiabierto al respetable; el resto, Tom Farmer, alcontrabajo; y Marco Valeri, a la percusión, sobrios y dispuestos a cualquier remate.

Hora y media de espectáculo centrado en temas con sabor a clásicos, muchos de ellos lo son, con tintes cinematográficos (Moon river, “Desayuno con diamantes”) que te elevan a través de la melodía exquisita, aterciopelada, envolvente, de una señorita muy joven que canta como los ángeles. Centrada sobre todo en su último y valorado trabajo, We could be lovers, nos dejó a todos –noventa minutos después- muy pero que muy enamorados, sin saber muy bien si de su música, de ella, o de los ángeles.

Café Latino: Sarah Mckenzie Cuarteto.

Lunes 9 de mayo; 15 euros.

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