Los “sisis” superan a los “ninis”: más de 5.000 jóvenes estudian y trabajan

Estudiantes en la entrada de la facultad de Historia del Campus de Ourense.
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Aumentan los ourensanos que combinan formación y mercado laboral, pero 4.600 no hacen ninguna de las dos cosas

Los jóvenes ourensanos que estudian y trabajan a la vez son cada vez más y marcan cifras históricas, desterrando así la fama que en los años más duros de la crisis de 2008 se ganaron. Los “sisis” (estudian y trabajan) superan ya con mucha diferencia a los denominados “ninis” (ni estudian ni trabajan). En el tercer trimestre de este 2022, según la última Encuesta de Población Activa (EPA), eran ya  5.200 ourensanos de entre 16 y 29 años que están cursando estudios y trabajando al mismo tiempo, mientras que los que ni estaban cursando algún tipo de estudio o desempeñando una profesión eran 4.600, 600 menos.  La buena dinámica de creación de empleo, unida a la crisis económica y de inflación, empuja a muchos ourensanos a obtener un empleo mientras estudian (formación reglada o para una oposición) para poder crecer profesionalmente, al tiempo que pueden contribuir a los gastos familiares. 

En este 2022, se ha alcanzado en España un récord de los llamados “sisi”, en una estela que, según ha analizado este periódico, se sigue en Ourense. En la última década, la población juvenil ha dado poco a poco la vuelta a la tortilla pasando de una generación que en muchos casos no tenía ningún tipo de ocupación a tener dos (tanto académica como laboral). Dentro de los 4.600 jóvenes ourensanos que no estudian ni trabajan (la cifra más baja de la última década), destaca también el número tan bajo de “ninis completos”, aquellos que ni estudian ni trabajan pero que tampoco  están en búsqueda activa de empleo. Son actualmente solo 1.300 de acuerdo a la EPA, frente a los 2.400 de hace un lustro y los  2.500 de una década antes. Actualmente,  un 60% de los ourensanos entre 16 y 29 años cursa algún tipo de estudio, una cifra que en 2012 era de apenas un 49%. 

Aparte de la crisis y  la buena dinámica del empleo, el Consejo de la Juventud indicó recientemente que la introducción del Plan Bolonia provocó que los grados pierdan relevancia y cada vez más personas apuesten por diferentes tipos de estudios de posgrado, al mismo tiempo que se van introduciendo  en el mercado laboral. 

Por ello, los jóvenes están obligados a “continuar” su formación al tiempo que se incorporan al mercado laboral. Con todo, estos perfiles, según explican, suelen tener contratos precarios, marcados por la temporalidad y la jornada parcial.  “Na situación actual, poucos poden ter a vida fácil, e por tanto hai moitos que adquiren a responsabilidade  de sacar adiante os seus proxectos de maneira autónoma, pois tampouco é fácil a situación das familias e as sociedades no seu conxunto”, dice el decano de Educación en el Campus, Xosé Manuel Cid.

Causas: menos fracaso escolar, bum de FP y recuperación del mercado laboral

El profesor de Economía del Campus Alberto Vaquero  explica que el número de jóvenes que ni estudian ni trabajan “llegó a un máximo en el cuarto trimestre de 2012 de personas y desde entonces no ha dejado de caer”. En 2012, el reenganche al sistema no era fácil, la formación para adultos estaba saturada y las FP aún no habían despegado. “La situación cambió desde entonces, con programas formativos adaptados a los jóvenes y una apuesta clara por la FP”. Pese a las buenas cifras, España es el segundo país de la UE con mayor intensidad de ninis, solo superado por Italia: “Sigue siendo un mal dato. Como ni estudian ni trabajan, no acumulan capital humano vía formación, ni via experiencia. Esto no solo les perjudica a ellos, sino a toda la sociedad en su conjunto, al ser menos productivos”. 

La reducción de las altas tasas de fracaso escolar y la recuperación de la actividad económica tras la pandemia también están detrás de este descenso de “ninis”. Finalmente,  las expectativas económicas parecen animar a buscar activamente un empleo y a seguir formándose. 
El profesor cree que los ninis seguirán presentes, pero “no se le puede echar la culpa de lo que les pasa”, ya que el “efecto desánimo pesa mucho sobre ellos y no creo que las personas que se encuentren en esta situación quieran seguir estando. Su proyecto vital se ve cercenado por la mala situación económica presente. No se puede estimagtizar a este colectivo. Necesitan apoyo, no críticas ni pensar que no quieren hacer nada”.

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