El conflicto de hace casi 13 años disolvió la agrupación local y les condenó a una travesía del desierto que duró hasta 2007

Los socialistas repiten la crisis que les llevó a la desintegración

Los socialistas, al borde de la crisis de 2001. De pie Salgueiro. Sentados, Touriño y Troitiño.

Las reiteradas llamadas en forma de ultimátums-la última, el viernes- del alcalde, Agustín Fernández, a la unidad del gobierno municipal de Ourense caerán en saco roto; los concejales socialistas díscolos sancionados ya han anunciado que no volverán a las reuniones del grupo; la ruptura, salvo milagro, parece inevitable y por eso reaparece con fuerza el recuerdo de aquella otra gran crisis, la que hace cerca de 13 años desembocó en la disolución de la agrupación local que entonces dirigía Antonio Troitiño, provocando la constitución de una gestora presidida por Dolores Villarino y una ardua recomposición posterior del Partido.
Las reiteradas llamadas en forma de ultimátums-la última, el viernes- del alcalde, Agustín Fernández, a la unidad del gobierno municipal de Ourense caerán en saco roto; los concejales socialistas díscolos sancionados ya han anunciado que no volverán a las reuniones del grupo; la ruptura, salvo milagro, parece inevitable y por eso reaparece con fuerza el recuerdo de aquella otra gran crisis, la que hace cerca de 13 años desembocó en la disolución de la agrupación local que entonces dirigía Antonio Troitiño, provocando la constitución de una gestora presidida por Dolores Villarino y una ardua recomposición posterior del Partido Socialista con el exalcalde Francisco Rodríguez al frente, con el apoyo del ahora sancionado Antonio Rodríguez Penín y las bendiciones de Pachi Vázquez, a la sazón alcalde de O Carballiño y secretario provincial.

Hace 13 años los socialistas malvivían en la oposición municipal, débiles y divididos, sin recuperarse de la complicada última etapa del gobierno de Veiga Pombo; ahora gobiernan pero en franca minoría, igualmente frágiles y enfrentados; además, incapaces de superar la debacle que supuso la Operación Pokemon, el punto de inflexión definitivo para un desencuentro que se lastraba, y cómo, desde que volvieron a la Alcaldía en 2007; nuevamente enfrascados en un pertinaz empeño por desestabilizarse aún en los momentos de mayor aceptación popular. Baste recordar las discrepancias por la cabeza de lista a las elecciones generales de 2011 o la división generada cuando hubo que votar nuevo secretario xeral del PSdeG en marzo de 2012.

El nuevo PSOE local que surgía en 2001 y 2002 de la nada prometía enmendar errores y abandonar partidismos e intereses personales, pero le ha bastado una década para repetir jugada, curiosamente casi con los mismos personajes.

Antonio Troitiño, bajo cuyo mando se habían unificado las dos agrupaciones locales que había entonces en la ciudad, se presentaba como cabeza de lista a las elecciones municipales de 1999 con tristes perspectivas, pese a estar en el gobierno hasta. El PP revalidó mayoría absoluta y el PSOE se convirtió en la tercera fuerza, con seis concejales, tras el BNG. Fue un mandato agitado por la división interna, la pugna de las familias por el control -también las diferencias en Galicia dañaron la situación en Ourense- y personalismos irreconciliables de la bicefalia Salgueiro-Troitiño, que condujeron, en 2001, a la disolución de la agrupación local, comunicada por Antón Louro, entonces secretario de Organización del PSdeG. En medio, personajes como Antonio Rodríguez, 'los calvos' (Enrique Pérez, Alberto Fidalgo o Manuel Luis Acuña), Rodríguez Penín o Gonzalo Iglesias Sueiro- que, de algún modo, siguen presentes ahora, dicen en el partido que influyendo desde la última fila o poniendo rostro a la nueva estrategia de desgaste, porque la hay. Comenzaba, ese año clave de 2001, un nuevo socialismo, con Troitiño fuera del partido, intentando sin éxito en 2003 repetir en el Concello con otra lista.

La gestora socialista llamada a facilitar un nuevo secretario xeral optó por Francisco Rodríguez, que ya había sido concejal en Ourense con Veiga Pombo, pero que entonces era edil en Carballiño, de la mano de Pachi Vázquez.

Empezó de la nada y en 2003 se convirtió por sorpresa -poco antes de las elecciones municipales fue vetado el cabeza de lista que quería Touriño, Abelardo Pérez Gabriel, ya fallecido- en candidato a alcalde. Mantuvo los seis escaños del mandato anterior e inició un camino, en el partido y en el Concello, de la mano siempre de Pachi Vázquez, que también le ayudaría cuatro años después, cuando a las puertas de las elecciones de 2007 impuso un cambio en la estrategia electoral que, aseguran en el partido, dio un vuelco a la campaña y le permitió ocho preciados concejales, por encima del BNG. Con éstos pudo gobernar y recuperar la alcaldía que el socialismo había perdido 12 años antes. Junto a él, Rodríguez Penín, su hombre de confianza desde el resurgimiento de la formación, pero que empezaría pronto a perder peso en el núcleo duro del regidor.

Rodríguez era el hombre sencillo y su proyección, al amparo de una imagen de paisano y cercanía, se hizo atractiva a los ciudadano, que le auparon a la alcaldía, ya con 11 concejales, en el año 2011. Era entonces uno de los alcaldes mejor valorados de España, había subido en votos en tiempos negros para el socialismo y en tertulias políticas progresistas se le auguraba un futuro prometedor en la política gallega. Francisco Rodríguez, que ya había marcado distancias con su mentor Pachi Vázquez en el anterior mandato, decidió volar por libre, incluso enfrentado a su mentor, en ese momento secretario xeral del PSdeG.

Eran momentos dulces para el regidor y para el socialismo de la ciudad. Controlaba la ejecutiva local y se disponía a disputar el liderazgo a Vázquez, planteando alternativa, sin éxito, a la opción de Laura Seara para abrir la lista de las elecciones generales de 2011; él defendió a Elena Espinosa, exministra de Zapatero y hermana de un concejal, Demetrio Espinosa, que gobernó con Rodríguez los primeros cuatro años de su mandato; también optó por ella cuando Espinosa le disputó la secretaría xeral gallega a Pachi Vázquez.

La división estaba servida en el ámbito orgánico, incluso hubo amago de rebelión cuando, consumados los mandatos de Francisco Rodríguez en la secretaría local, impuso a una mujer de su confianza, Carmen Rodríguez Dacosta, incluso contra los estatutos del partido, que impedían -por cuestión plazos- que fuese ella la secretaria local estando como había estado afiliada en Entrimo hasta hacía muy poco.

En el Concello de la ciudad, Francisco Rodríguez lideraba un grupo de fieles entre los que figuraba Agustín Fernández, que entró en la lista socialista curiosamente por mediación de Pachi Vázquez. Cuatro o cinco ediles le bastaban para mantener el ritmo, hasta que un jueves a las ocho y media de la mañana -era 20 de septiembre de 2012- el Servicio de Vigilancia Aduanera llamaba a su puerta. Saltaba la Pokemon y, con ella, la frágil y falsa unidad del grupo municipal en la ciudad.

Te puede interesar