“Soy aficionado a luchar contra la corrupción y el fraude fiscal'

El juez ourensano José Antonio Vázquez Taín.
El Pazo de Vilamarín acoge este mediodía el acto de entrega del premio 'Ourensanía 2012' que este año ha recaído en el magistrado José Antonio Vázquez Taín, oriundo de A Merca. Sus investigaciones judiciales contra el narcotráfico y, más recientemente, el trabajo desarrollado para la recuperación del Códice Calixtino, le han valido el galardón que anualmente concede la Diputación de Ourense.
¿Cómo se siente?
Muy emocionado, tremendamente honrado y, a la vez, desbordado porque todavía no me lo creo. Cuando me llamaron para darme la noticia, pensé que me estaban pidiendo formar parte del jurado del premio. Creo sinceramente que hay muchos ourensanos con una trayectoria más amplia que se merecían este reconocimiento. Yo siempre pensé que los premios en casa, en Ourense, me llegarían a título póstumo. Pero me he equivocado, porque todavía me queda mucha vida por delante.

A pesar de su juventud, usted lleva consigo una larga y meritoria carrera judicial
Quince años y en cada uno de los destinos siempre he tratado de sentirme útil, porque la Justicia tiene que prestar un servicio a la sociedad. En Vilagarcía luchamos contra el narcotráfico, en A Estrada se trabajé en la modernización de la policía, más madura y profesional. Y en Mataró (Cataluña) el reto estaba en poner al día el tremendo atraso judicial. Yo soy de los que piensa que en la vida hay que quemar etapas.

¿Cuál recuerda con especial cariño?
La de Pontevedra la recuerdo con mucha nostalgia. Fue una etapa muy intensa, donde se desarrolló una gran labor y hoy, con 19 sentencias condenatorias, se puede decir que se prestó un buen servicio. Echo de menos todo aquello y más aún porque aquella experiencia me dio una gran madurez jurídica que me ha venido muy bien a la hora de esclarecer el caso del Códice Calixtino. Una investigación que fue tremendamente compleja, donde se barajaron varios sospechosos y que, cada decisión, suponía un riesgo importante porque había que encontrar al culpable sin poner en peligro el libro.

¿Y cuál es su reto actual?
Soy muy aficionado a luchar contra la corrupción económica y el fraude fiscal, que es una verdadera lacra en la sociedad actual y representa el 25% de la economía sumergida. Hay que luchar más efectivamente en contra del fraude fiscal y, si se sigue por esa vía, supondrá un avance importante para el país.

¿Es un aviso para los políticos?
En parte, pero no del todo. En este caso pienso que la transición política española se hizo demasiado rápido y, aunque en muchos aspectos ha salido muy bien, hubo cierta dejadez en la elección. Aunque estoy seguro de que ningún partido consintió la corrupción de forma intencionada.

Lamentablemente, la actualidad está marcada por el drama de los desahucios. Como juez ¿cuál cree que debe ser la solución?
Somos conscientes del drama humano que están viviendo muchas familias y más a raíz de los últimos acontecimientos. Pero creo que nos estamos dejando llevar por una situación populista de ir en contra de la banca para intentar ocultar la crisis. Creo que hay que corregir la ley. En la actualidad, se tratan todos los casos igual y pienso, al igual que muchos compañeros, que se debería dejar entrar a los jueces a valorar cada caso de manera independiente. Y eso es lo que estamos pidiendo, pero parece que el poder legislativo tiene miedo a dejarnos el control a los jueces.

¿Qué opinión le merece la Ley de Tasas Judiciales que pretende aprobar el Gobierno central?
Me parece triste. Al igual que me lo parece el cobro por receta médica, y en ese caso es un euro, algo mínimo y simbólico. Las tasas judiciales supondrán un hándicap porque estamos hablando de cientos de euros. La Justicia es un servicio esencial y esto solo entorpecerá el acceso libre de la clase media-baja, que somos la gran mayoría de los españoles. Me parece algo injusto e innecesario, porque además no va a solucionar ningún problema económico. Hay que pensar que el gasto en justicia no es elevado, cuesta más hacer un aeropuerto en cualquier punto de España que lo que puede ser el coste anual de la justicia.

¿Y cuál es su opinión sobre la reforma del mapa judicial?
Ese es un camino largo. Hay que pensar que la actual distribución esta diseñada para una época pasada donde 30 kilómetros representaban una distancia muy considerable para cualquier ciudadano. Hoy en día, con las mejoras actuales, las distancias han cambiado y por eso me parece ilógico mantener un juzgado en Marín o en O Carballiño. Hay que dejarse de localismos y apostar por un agrupamiento en grandes juzgados que nos permitan una mayor especialización.

¿Tiene alguna espina clavada, algún caso que no se haya cerrado como a usted le hubiera gustado?
Los jueces no somos justicieros, sino que tratamos de solventar una situación. En general, el sistema judicial español es muy garantista y, personalmente, tengo la conciencia tranquila de que todas las personas que he condenado eran culpables.

¿Con qué se queda de su profesión?
Además de lo positivo que es el hecho de dar un servicio a la sociedad, me quedo con la gran cantidad de amigos que uno hace en esta profesión.

¿Se ve echando raíces en casa?
Nunca, porque tengo la sensación de que si uno se queda demasiado tiempo en un sitio, se acomoda. Y a mí me gustan los retos. Sobre lo de acercarse a casa, a Ourense, he de confesar que me da miedo y vértigo por el hecho de que tener a mis seres queridos cerca pueda afectar a mi imparcialidad. Por eso siempre que puedo trato de poner distancia. n

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