CRÓNICA

Superando el miedo a los reptiles

<p></p>
photo_camera Los asistentes aprenden a coger con precaución los animales de la exposición

El Sindicato Unificado de Policía organizó una jornada formativa para agentes, bomberos y efectivos de Protección Civil para aprender a lidiar con reptiles peligrosos, como caimanes o pitones

No es que vivamos en el Amazonas, pero nunca sabe uno cuándo va a tener que lidiar con un caimán. Que no cunda el pánico, una llamada al 091 puede solucionar esta, cuanto menos peligrosa, situación. Policías nacionales, locales, agentes del cuerpo autonómico, bomberos y miembros de Protección Civil asistieron ayer a una jornada formativa donde conocieron las claves para actuar en estos casos, con animales especialmente peligrosos. La iniciativa, puesta en marcha por el Sindicato Unificado de la Policía (SUP), se desarrolló en las instalaciones que acogen la exposición de reptiles vivos asentada en las inmediaciones de Expourense. Pablo Gestal, miembro del sindicato y coordinador de la jornada, explicó que “la intención es formar a los agentes en situaciones poco comunes, pero probables”.

Pierre, responsable de La Faune Reptilienne, fue el encargado de explicar a los asistentes las claves para tratar a estos animales con el mínimo riesgo. “Cada vez es más frecuente la tenencia de estos animales en casa, incluso llega a haber coleccionistas”, explicó el responsable. “El problema llega cuando el propietario es un mero aficionado y el animal, por las circunstancias que sea, se escapa o lo abandonan”, añadió. Sin ir más lejos, recordó el jefe de la Policía Autonómica en Ourense, Indalecio Freire, el caso que tuvo a la ciudad en vilo durante días, cuando en 2005 un circo italiano denunció la desaparición de una de sus pitones. “Menos mal que fue una denuncia falsa porque preparados no estábamos”, bromeó Freire. Ahora falta un poco de práctica, pero la teoría quedó aprendida.

Valor y al toro

Una veintena de agentes fueron testigos de la peligrosidad de las tortugas acuáticas. Pierre les enseñó a diferenciarlas de las especies de tierra: caparazón que recuerda al cocodrilo y la cola es más larga. Precisamente, este animal no está protegido, por lo que cualquiera podría tenerlo en su casa y hacer saltar la alarma. Para conseguir reducirla, hay que agarrarla por la parte posterior del caparazón, para evitar que muerda. Los más valientes fueron protagonistas de una situación real. Eso sí, con mucho respeto al ver cómo el animal destrozaba un palo en menos de un segundo. ¡Cuidado con los dedos!, alertó el responsable.

Tras asegurarse de que las tortugas quedaban bien cerradas en su piscina, llegó el turno de las iguanas. Más dóciles, pero no por ello menos forzudas. Guantes en mano, la bombera Cristina Posada demostró sus habilidades ante la agilidad del animal. Parece fácil, pero solo sobre el papel. Un consejo: cubrirla con una toalla -u objeto similar que tengamos a mano- facilita el trabajo. Ante la vitrina, el responsable explicó los tipos de guantes que se utilizan en estos casos, la forma de mantener al animal en caso de tener que custodiarlo y la temperatura, “muy importante para que el animal siga con vida y no se estrese”.

El monstruo de gila -una de las cinco especies de lagartos venenosos que hay en el mundo- se ganó el respeto de los presentes. Por precaución, no hubo la posibilidad de tocarlo. Pero sí el caimán común, una de las mascotas de moda. “No te mata, pero un mordisco puede traer graves consecuencias”, explicó Pierre. Por eso, en el examen práctico, los valientes fueron cautos y siguieron a rajatabla las recomendaciones. También salieron de su particular hábitat una anaconda amarilla y una pitón reticulada, de 60 kilos y cinco metros de longitud. Un juguete, vaya.

Todavía está por determinar si el caimán del río Barbaña fue un mito o si de verdad se dejó ver. Cierto es que no volvió a dar señales de vida, pero, como más vale prevenir que curar, las fuerzas de seguridad de Ourense aprendieron ayer a hacerse con él y devolverlo a su ecosistema natural.

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