Tono Carbajo, de Casa de los deseos a Koyaanisqatsi

Antonio Carbajo Villaverde de Vigo, Pontevedra, n. 1960, vive en Barcelona desde que se fue a estudiar en la Escola d’Art i Disseny Massana y la facultad Sant Jordi. Pasó así del post meridiem, por elección, al ante meridiem y se puso a la hora de Europa ya como Tono Carbajo. Se mueve como pez en el agua con una pintura bidimensional, dialogando con nosotros desde la ruptura del formato, integrando los usuales materiales plásticos otros no artísticos, una constante acción de experimentación. Continuó su formación en talleres de arte en Madrid y en el CGAC, Santiago de Compostela, donde expuso en 2006, y en la School of Visual Arts o la Parsons University, de Nueva York, EE. UU., donde fue gestando ese eclecticismo tan suyo que es marca personal. Profeta en su tierra, la Diputación pontevedresa publicó en 2002 el catálogo de su producción de pinturas y ensamblajes entre 1983-2000, pues comenzó exponiendo en su ciudad natal y en otras ciudades de Galicia, además de Madrid, Porto o Braga. Mas desde entonces en Barcelona, Terrassa, o Edimburgo y el Mediterráneo. Así en Essaouira y Casablanca, Marruecos, y en Tel Aviv, Israel, con el Bosque de Kintsugi, tras el incendio de una arboreda al sur de Haifa. En el recuerdo, Xurxo Oro y su celebrado bosque de acero expuesto en Bonaval y Oseira. El reputado artista aterriza entre nosotros por vez primera en la DodoDadá prestigiándola, y además de ampliar currículo le da a aquella un espaldarazo. Hay en su espacio una febril actividad, pues en un recuncho de la sala dos alumnas están en clase con aquella artista en la mañana de sábado en que estuvimos viendo la muestra. Además, otros visitantes se han acercado en el soleado día semifestivo. Los galeristas Marita Carmona y Xosé Vilamoure creen, como el artista, en aquello de John Berger, “el arte no puede cambiar la sociedad, puede ofrecer esperanza. Y cuando las personas tienen esperanza surge en ellas el coraje necesario para resistir, y para luchar por una vida mejor, o por una vida menos mala, o para luchar contra la injusticia, o para ser solidarios unos con otros en lugar de masacrarse”. Trae Carbajo algunas muestras de su quehacer, en dos de sus series de años. Con Casa de los deseos expresa los que dejan en la página web del artista internautas anónimos, que escribe en una casita realizada desde materiales de desahucio y luego coloca, en sus viajes, dejando testimonio de su ubicación en una foto con las coordenadas. Están desde Escocia a Galicia, Cataluña y otros lugares de España, siempre en espacios naturales. La otra serie, también fotográfica, a la que añade óleo, acrílico o tinta de gel, es Paisajes químicos, una mirada reflexiva tanto de “entornos urbanos fracturados como de espacios naturales que están bajo la constante amenaza de desastre ambiental”, dice. Así un embalse de Ourense lleno de cianobacterias por abuso de fertilizantes... Es koyaanisqatsi, “la vida fuera del equilibrio”, expresión de los Hopi de Arizona, EE. UU. Un maestro del ensamblaxe, que es el collage extremo, como Miguel Mosquera, y continúan Rosendo Cid o Pablo Orza, más jóvenes. Los corazones con cuchillos o cristales hablan, como en aquellas de la vida real en su volta a casa.