Lo que más gusto a los visitantes fue el casco viejo y lo que menos el clima y la mala señalización

El turista hace balance de su estancia

 Un grupo de turistas observan la catedral. (Foto:  Xesús Fariñas)
El Casco histórico de Ourense y todo lo que lo conforma, en especial la catedral, es uno de los reclamos que más les gusta a los turista que visitan la ciudad. Sin embargo, el calor, para algunos excesivo, es lo que menos valoran.
El verano entra en su recta final dando paso a una menor afluencia de turistas que en estos tres últimos meses se ha dejado caer por la provincia. Personas llegadas desde Madrid, Tenerife, Barcelona, San Sebastián, Granada, Tarragona, Valencia, Córdoba, Écija, Porriño o incluso París han observado, juzgado y hablado a través de las páginas de La Región. Este diario ha ido recogiendo sus opiniones en las páginas dedicadas a la sección Verano, en las que se evidencian los pros y contras de la ciudad para aquellos que la visitan.

El clima atípico de este verano fue muy comentado. El excesivo calor en determinados días de agosto ha sido molesto para algunos, incluso ‘insufrible’, sobre todo en la ciudad, en cambio, la queja para otros se originó a causa del frío y el mal tiempo, al que no está acostumbrada la provincia ourensana en la época estival.

Positivamente, se puede destacar uno de los lugares que se ha puesto de moda: las termas. La posibilidad de utilizar las charcas de agua caliente de forma gratuita fue una actividad muy atractiva para los visitantes. La popular agua hirviendo de ‘As Burgas’ sorprende gratamente a los turistas, claro que en menor medida que la exhuberante Ribeira Sacra. Sus espectaculares vistas del Sil desde los llamados ‘Balcones de Madrid’ o del Monasterio de Santa Cristina no dejan indiferente a nadie, además el paseo en el Catamarán muestra el paisaje de gargantas naturales de los Cañones del Sil.

La comunicación de las carreteras y la mala señalización de los destinos es algo que no gustó mucho a los foráneos, hasta el punto de aconsejar la mejora de las mismas y es que a nadie le gusta perderse por los pequeños pueblos de la provincia.

A pesar de estos inconvenientes, los turistas lograron llegar hasta el Casco Histórico de la ciudad, que ocupa el primer puesto del ‘ranking’. Las fachadas antiguas, las calzadas empedradas y todo lo que conforma el barrio antiguo los dejó con buen sabor de boca. La Catedral de San Martiño (siglos XII y XII) y la capilla del Santo Cristo, que algunos calificaron de ‘maravillosa’, recibe numerosos parabienes.

Pero lo importante a la hora de visitar un lugar también es el ambiente, la gente, la comida. En el caso de Ourense este aspecto ha conseguido la medalla de plata. A los turistas les encantó la amabilidad y el trato de los ourensanos. Unido a la buena comida como el pulpo y la empanada, aunque también el tapeo por las noches en la ciudad.

Esta demostrado que no encontrar un sitio donde aparcar incomoda a mucha gente, los turistas opinan que el aparcamiento es uno de los elementos que escasean en la ciudad y la zona azul (ORA) no es santo de su devoción.

No obstante reconocen que la ciudad se encuentra muy limpia y es un punto a su favor. Por otro lado, los turistas observan de forma positiva los paisajes verdes de los bosques, los pueblos rurales y la tranquilidad envidiable que se vive en ellos.

Fiestas

Ourense posee además otros atractivos también comentados por una minoría de turistas. En especial la cantidad de fiestas rurales que se concentran en poco tiempo, las verbenas olvidadas ya en muchos lugares, todavía en la provincia siguen seduciendo a los visitantes. El ambiente festivo que se vive en verano, los bailes latinos, populares y el famoso pasodoble anima a un turismo que los que busca es relajarse del estrés del trabajo y disfrutar de las noches veraniegas.

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