Y usted, ¿en qué cola espera?

El inicio de la pandemia ha cambiado los hábitos más simples de la sociedad. Entrar a cualquier establecimiento o administración ya no es tan simple, por lo que las colas en las calles forman parte de la estampa diaria de cualquier rincón de la provincia. "¿Quién es el último?", pregunta que antes se empleaba, por ejemplo en la charcutería o en la pescadería, ahora forma parte de la rutina diaria. Caminando por las calles de la ciudad ya no se hace raro encontrarse con filas de personas, respetando las distancias de seguridad, aguardando para poder entrar en cualquier lugar. "Es lo que hay, prefiero esperar fuera que hacerlo dentro", se resigna Julia Montero mientras espera en su turno para comprar el pan. Las dudas surgen cuando se juntan dos de establecimientos diferentes. "¿Para qué cola está?", se pregunta una señora que comparte sitio con Montero. Esta es la nueva normalidad. Colas en el Concello de Ourense. Foto: Martiño Pinal La paciencia se hace indispensable para hacer los recados, ya que toca acostumbrarse a este cambio de rutina. "Si aguantamos tres meses confinados, esto no es nada para nosotros", afirma María Viso a la espera de ser atendida en su carnicería de confianza. Salir de casa con tiempo es algo a lo que toca acostumbrarse, especialmente si se precisa atención en algún establecimiento con elevada demanda. "Llevo 15 minutos esperando y aún me quedan unas cuantas personas delante", explica Laura Pérez a la espera de entrar en una tienda de telefonía móvil. Esta ourensana entiende que "es lo que toca" y le parece "más seguro". Algunos, al ver a todas las personas que aguardan, prefieren dejarlo para otro día. En el Concello de Ourense, desde que recuperaron la atención presencial, las colas que se formaban dentro del edificio consistorial se trasladaron a la Praza Maior. El padrón, que llega la espera hasta las escaleras de la iglesia Santa María, y el registro dividen sus filas a las puertas del Concello para los trámites administrativos. "Aquí siempre toca esperar y, en estas circunstancias, mejor hacerlo fuera", señala Susana Espinar, quien tuvo que esperar más de 15 minutos para poder entrar. Llegada del invierno La climatología estacional favoreció la espera tras el confinamiento, pero ahora preocupa la llegada del tiempo de lluvia y frío. "Tendrán que darnos otro tipo de soluciones, no podemos estar todos fuera si hace mal tiempo", comenta Nerea Álvarez. Esta es la mayor duda que tienen los ourensanos de cara a los próximos meses, en los que las colas seguirán presentes cada día. Sacar cita en el hospital, una tarea rápida a cualquier hora Las la sala de espera para sacar cita en el hospital Santa María Nai antaño recogía imágenes de un espacio al completo. Planificar el momento idóneo para acudir y esperar lo mínimo, casi siempre las primeras horas del día, era la norma para conseguir fecha con los profesionales sanitarios. Ahora, con la llegada de la pandemia, ha cambiado. Llegar a las 12,30 horas suponía hace unos meses esperar una hora o más para el turno, en estos tiempos, en cinco minutos puedes disponer de día y hora con el especialista necesario. Eso sí, con sillas separadas para que la espera sea segura. Sala de espera en el Santa María Nai. Foto: Martiño Pinal Con cientos de turno a diario, el volumen en las ventanillas de citación ha descendido, ya que algunas citas como con el centro de especialidades de la rúa Concello, no se sacan en el Santa María Nai. Correos, al puro estilo de los Beatles Las colas a las puertas de la oficina de Correos en la ciudad se repiten tras el desconfinamiento. Cara la Alameda o hacia la rúa Parada Justel, los ourensanos forman fila para esperar su turno, en esta época al duro sol veraniego. Imágenes al estilo de los Beatles en Abbey Road se forman en su puerta gracias a la distancia de seguridad que se cumple a rajatabla gracias a la concienciación ciudadana. Divididos: al cajero o a la sucursal Las sucursales bancarias de la ciudad, especialmente con los días de cobro, aglutinan a sus clientes a sus puertas y dentro de sus instalaciones según las posibilidades de aforo reducidas al 50% en la ciudad. En el exterior se dividen por sus necesidades. Unos esperan a que el cajero quede libre y otros por su turno de atención de alguno de los trabajadores del banco para resolver cuestiones presenciales. Llamada de turno desde la puerta Las oficinas de empleo sufren la elevada demanda de peticiones de atención en estos momentos de crisis. Con cita previa, toca esperar en la puerta a una llamada. "Yo lo llevo mal, deberían tener otro sistema y facilitarlo para todos", comenta Kelly Barbosa. Las llegadas antes de tiempo, especialmente para el área de prestaciones del Servicio Público de Empleo Estatal, dejan a muchos ourensanos a la espera. Citas en la oficina de empleo. Foto: Martiño Pinal Confusión para comprar el pan Los establecimientos que venden alimentación, con bastante concurrencia por las mañanas, despiertan algunas dudas entre los clientes. Las filas que se forman, a veces se confunden, por lo que a aquellos que van llegando les toca preguntar quién es el último de cada cola para escoger la que le toca. El tiempo de espera aquí se reduce y, aunque toca estar en la calle, no se tarda mucho en salir con un pan debajo del brazo. La telefonía toca cogerla con calma La reapertura de la atención presencial en las tiendas de telefonía móvil generan colas todos los días. Con un cliente por cada trabajador dentro de las instalaciones, es imposible evitar que algunos clientes tengan que esperar el momento para entrar en la calle. La elevada clientela se suma al tiempo que puedan tardar en gestionar los problemas de los clientes, por lo que toca armarse de paciencia. Colas en tiendas de telefonía. Foto: Martiño Pinal La cola de la hora de comer Los negocios que ofrecen comida para llevar, que siguieron abiertos durante el confinamiento, se mantienen como una opción para las personas que necesitan algo preparado para comer. Las horas punta, como a mediodía, dejan estampas con gente a la espera en sus puertas hasta que les toca el turno para llevarse un rico pollo asado o lo que toque de menú. Nada mejor que el olor de los platos para facilitar la espera.