REPORTAJE

La vacuna permite la vuelta a las actividades en residencias ourensanas

En Nuestra Señora de la Esperanza se han creado "burbujas" de convivencia.
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Los centros de la Fundación San Rosendo retoman cierta normalidad con la segunda dosis

La normalidad queda lejos, pero cada vez menos. Con esta mentalidad afrontan el día a día los centros de la Fundación San Rosendo, que poco a poco van recuperando actividades tras la administración de la segunda dosis de la vacuna contra el covid-19. El personal de las residencias se vuelca en lograr que los usuarios -en la medida de lo posible- retomen su rutina de actividades, algo fundamental en el envejecimiento activo.

En la residencia Nuestra Señora de la Esperanza, en la ciudad, se han creado “burbujas” de convivencia, y a través de ellas se plantean las actividades. Cada mañana, los usuarios tienen dibujo -cada uno con su propia carpeta, con papeles, materiales y un estuche-, atendidos por una educadora que se dedica especialmente a un pequeño grupo, que va rotando cada día. Con ellos, trabaja de forma individualizada la memoria y la atención, a través de juegos con imágenes y recuerdos relacionados. san_rosendo_3_resultado

Después, los grupos pasan por los espacios habilitados para el ocio, que se desinfectan y limpian entre cada intercambio, para ir rotando en las actividades que realizan, como manualidades, pintura, ejercicios de psicomotricidad o deporte ligero con bicicletas estáticas adaptadas. Tras la comida, las trabajadoras pasean un poco con cada usuario, parte importante de la actividad diaria, ya que permite que no pierdan movilidad y cambien de ambiente.

Por las tardes, la educadora del centro se encarga de gestionar las videollamadas con las familias; piden cita previamente y se les asigna una hora para el encuentro virtual. Los usuarios agradecen mucho estos contactos y les ayuda a mantenerse animados durante todo el día. Además, el uso de las tabletas les acerca a un mundo tecnológico con el que no están familiarizados, pero por el que muestran interés y curiosidad.

Por otro lado, a los usuarios les gusta mantenerse al día de la actualidad a través de la televisión y la prensa, y a menudo conversan con sus compañeros y con los trabajadores del centro sobre la situación que se está viviendo en el exterior u otros temas de actualidad.

“Los usuarios se han adaptado muy bien. Son un ejemplo de fortaleza, están bastante tranquilos porque se sienten seguros aquí”, asegura Alba, la educadora del centro. Además, afirma que se han percibido algunos cambios en la forma en que se relacionan desde el inicio de la pandemia. "Los usuarios son más colaborativos, se ayudan y apoyan mucho entre sí", destaca.

Un reto para los trabajadores

La adaptación de la agenda de ocio y el ejercicio físico ha supuesto un auténtico reto para los profesionales que atienden las residencias. Para mantener las rigurosas normas de higiene y distanciamiento necesarias para prevenir nuevos contagios, toda actividad debe adaptarse a los usuarios de forma individual o a Unidades de convivencia estables.

Dado que algunos usuarios permanecen en sus respectivas habitaciones, se procura que su entretenimiento, alimentación y cuidados se atiendan de forma individualizada, excepto cuando estos comparten el espacio con un compañero o cónyuge. 

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