DE OURENSANO A OURENSANO

“Hay que valorar al que trabaja de verdad e impedir que se nos vayan"

María Teresa Miras Portugal y Mariluz Villar, durante la conversación que mantuvieron en la casa de la primera en Carballiño (MARTIÑO PINAL)
photo_camera María Teresa Miras Portugal y Mariluz Villar, durante la conversación que mantuvieron en la casa de la primera en Carballiño (MARTIÑO PINAL)

María Teresa Miras Portugal, doctora en Farmacia y catedrática de Bioquímica y Biología Molecular

Resumir el currículum de María Teresa Miras Portugal nos ocuparía gran parte de este espacio. Doctorados, premios, títulos, medallas, publicaciones y un largo etcétera de reconocimientos a nivel nacional e internacional del mundo de la ciencia, son las señas de identidad de una trayectoria fuera de lo común, que admira a quien se asoma a la figura profesional de esta carballiñesa.

Docente e investigadora en ese nuevo peldaño del saber llamado neurociencia, abre puertas a fondos oscuros y espacios ancestrales, para adentrarse por los caminos y vericuetos más extraños y recónditos del cerebro humano y conocer los secretos que éste esconde.

María Teresa Miras Portugal es catedrática de Bioquímica y Biología Molecular en la Universidad Complutense de Madrid y durante dos mandatos, fue la presidenta de la Real Academia Nacional de Farmacia. Primera y única mujer en España que ha ostentado la presidencia de una real academia.

Antes de tomar asiento, María Teresa me invita a asomarme a un balcón que se abre a un mar de tejados bajos, entre los que sobresalen diferentes edificaciones y desde el que se adivinan los diversos lugares que rodean la villa que la vio nacer, refiriéndose a todo ello con afecto y orgullo. Pese a haber viajado por todo el mundo, María Teresa no olvida sus orígenes.

Luego, entramos en el amplio salón acomodándonos en unos confortables sofás, en los que María Teresa nos convida a escrutar los vericuetos del cerebro humano.


Usted es una personalidad en neurociencia. ¿Puede ser este el siglo del cerebro?

Ésta es una pregunta complicada porque ya en el siglo XIX, Ramón y Cajal hizo descubrimientos fundamentales sobre conexiones cerebrales y de eso hace ya más de cien años, con lo cual, el siglo del cerebro también lo fue el siglo XX. Ahora mismo se habla mucho de las estructuras globales del cerebro, de su arquitectura, pero este siglo será clave para tratar de establecer el funcionamiento interno de cada célula, para qué sirven, cómo se pueden reparar y aumentar su funcionalidad. Cómo se producen las anomalías, las enfermedades neurodegenerativas... La célula es la unidad básica que origina que las cosas funcionen o no funcionen, las que determinan la propia plasticidad del cerebro, es decir, si se realiza un nuevo aprendizaje, cómo se modifican esas estructuras cerebrales en su nivel más básico y que dan lugar al conocimiento y a la aplicación de ese nuevo aprendizaje. Este será ese siglo en el sentido de entender lo que causa el cerebro en plenitud y el cerebro en decadencia.



Habla usted de decadencia. El alzheimer parece uno de los grandes azotes de nuestra sociedad. ¿Qué nos puede decir al respecto?

Las enfermedades neurodegenerativas suponen una pérdida de la identidad personal, pero ya cuando están muy avanzadas. El alzheimer supone esa pérdida de la identidad, lo que pasa es que más tempranamente que otras enfermedades neurodegenerativas, ya que todas ellas cursan con demencia; incluso las enfermedades debidas a riego vascular, que muchas veces se confunden con demencia, al final también causan demencia. Porque las neuronas que funcionan en las estructuras organizativas de respuesta y del conocimiento adquirido, se alteran al responder a una situación que uno tiene asimilada anteriormente y no responden igual de eficientemente. La pérdida de esos patrones, formados desde niño, es la demencia. Es una enfermedad muy diversa en su etiología y origen. El alzheimer familiar, el imparable, es solo un 5% de todos los alzheimer, muy poco. El otro 95% es debido a causas difusas que no conocemos bien todavía. No estaba previsto que viviéramos tantos años y de ahí la importancia que están cobrando estas dolencias. Estamos burlando a la naturaleza y a ella no le importamos mucho pasada la edad reproductiva. Estas son las consecuencias de tratar de esquivar leyes inexorables.



¿Cómo se conjugan la neurociencia y la filosofía?

Hay dos aspectos importantes aquí. Históricamente no había manera de aproximarse al cerebro, al cerebro funcional, y por lo tanto había una filosofía que se preguntaba cosas como cuándo se tiene vida, cuándo no, el ser o no ser, cómo se piensa, cómo no, pero no se podía hacer una aproximación científica válida. Parte de la filosofía se ha apartado de esas interrogantes, pero lo cierto es que Aristóteles ya hablaba de filosofía natural cuando se refería a cosas de la vida. La neurociencia, como su nombre indica, es una ciencia, no una disciplina, y podemos acercarnos al cerebro cortándolo, con animales genéticamente modificados o con técnicas invasivas. Hoy en día, algunas de las preguntas que se hacía Kant sobre la mente creativa y la mente racional y emocional, se están planteando frente a una tomografía de emisión de positrones o a una resonancia magnética funcional del cerebro. Hoy cualquiera dice que le han hecho un TAC o una resonancia magnética. Dos técnicas de uso corriente en los hospitales, gracias a que han participado ahí físicos y matemáticos con los algoritmos más impresionantes del mundo. No obstante, la filosofía no tiene los utensilios para probar sus tesis y tanto si sostiene que el hombre es bueno, como hacía Rousseau, como si dice que es malo, como hacía Hobbes, no puede demostrar sus tesis. La ciencia aporta utensilios para corroborar sus tesis. Se plantea preguntas más sencillas y concretas, pero puede aportar respuestas satisfactorias al respecto.



A mi interlocutora le fascina la naturaleza, estudiar los misterios que entraña y explorar sus límites. ¿De no haber sido científica, a dónde le habría llevado la vida?

Yo siempre quise ser científica. Yo soy farmacéutica. Me encantan las plantas y de no haber hecho ciencia, me hubiera dedicado a algo que implicara el hacer 'potingues'. Siempre he tenido contacto con la naturaleza, me encantaban los bichos de pequeña, las plantas, los árboles… Creo que estudié Farmacia guiada por mi amor por la botánica. Me gustaba que las plantas tuvieran un sentido, porque las que utilizamos para comer son escasísimas dentro del mundo vegetal. En ellas están los químicos más tóxicos, las toxinas más terribles pertenecen al mundo de los seres vivos, vegetales, animales, algas… Nosotros los farmacéuticos somos domadores de tóxicos que provienen de distintos seres y sobre todo, vegetales. Ese era nuestro mundo. Y a mí me encantaba el látex que soltaban, los aromas que tenían, cómo las secábamos y rápidamente organizábamos un mundo con aquello que parecía tan diferente entre sí y que sin embargo eran tan similar. O sea, de no ser científica hubiera hecho mezclas, desde cremas de belleza a lo que fuera.



Usted fue nombrada presidenta del comité de expertos para el estudio de reforma de la universidad española. ¿Cómo fue esa experiencia? ¿Cómo valora el resultado?

Hay una cosa importantísima que yo siempre destaco de este documento ,porque se han hecho muchísimos análisis de la universidad y hay algo que diferencia nuestro trabajo: nosotros no cobramos ningún tipo de emolumento por redactar este informe. Queríamos absoluta libertad y en eso tanto el señor Wert, el ministro, como la secretaria de Estado, Montserrat Gomendio, dieron absoluta luz verde. Quisimos que fuera un trabajo hecho por gente de la universidad, que vivimos en la universidad y que la consideramos no sólo como algo nuestro, sino algo esencial para un país. El informe lo escribimos nosotros. No éramos un grupo de extranjeros que dictan un par de observaciones. El comité estaba formado por profesionales universitarios de distinta procedencia: ciencias de la vida, económicas, ciencias sociales, humanísticas, etc. La mayoría de nosotros éramos totalmente apolíticos, aunque cada uno con sus diferentes sensibilidades. Pero sí que todos teníamos claro el valor social del componente educacional para recoger los valores de la población, y a todos nos movía lo que creíamos lo mejor para el país. Un país que no se puede permitir el lujo de perder a nadie que tenga valía. Y sí, hay que hacer un esfuerzo para uniformizar y conseguir, sin diferencia de clases sociales y procedencias de la persona, el acceso a una auténtica educación de nivel. Gestionar becas y ayudas para las clases desfavorecidas. Pero hay que exigir a los becados, tener una exigencia de partida y dar las becas con un conocimiento de causa. Independientemente de los gobiernos y sus orientaciones políticas, hay cosas que tienen que ser pactadas. La reforma de la educación tiene que estar más allá de consideraciones políticas. En nuestro informe lo hemos interpretado así. Máximo respeto pero también máxima exigencia para el alumno. Hablamos mucho de las élites, de manera muy metafísica, pero la élite es algo concreto que procede de una educación de gente muy esforzada.



En cuanto al profesorado y defectos tales como la endogamia, María Teresa reivindica sobre todo la excelencia.

Se habla mucho de eso, pero en otros países ha habido mucha más. No es la palabra endogamia lo que más nos debe preocupar, sino los currículos que se presentan. No se puede aceptar como tal un currículum de muchas páginas publicadas en revistas que no tienen un auténtico valor académico. El currículum tiene que ser excepcional, contener trabajo contrastado, con valor internacional, si no, se pierde la perspectiva de su destino, o sea, la contribución al mundo de la ciencia. Y hay que trabajar mucho en ese aspecto. Hay que valorar al que trabaja de verdad e impedir que se nos vayan tantos y tan magníficos profesionales.



No falta la pregunta sobre cómo encaramos los problemas, el tratamiento que les damos.

En este país se habla demasiado de las cosas de las que no se entiende nada y se comparan con lo ya conocido, a veces sin ningún sentido. Algo así como que “el conocimiento no enturbie nuestra conversación”. Pasa con el ébola y con muchas otras cosas, como por ejemplo con los aspectos nutricionales: no a los huevos, no a la leche, cuando son elementos nutritivos indispensables. Hace falta un poco de razonamiento. No se puede estar ajeno a la sensatez, al mundo que nos rodea y a quien carece de todo, desperdiciado recursos basándose en ideas no contrastadas. La naturaleza nos marca en muchas cosas la pauta a seguir, nos permite vivir una vida equilibrada y sostenible, como por ejemplo comer los alimentos de temporada. Sólo hay que tener los ojos abiertos y aplicar el raciocinio.



Esto nos lleva al tema del despilfarro actual, y mi protagonista pone a diversos países como ejemplo de austeridad.

Yo he estado en congresos con comidas hechas por los propios alumnos sin gastar un céntimo de más, pero con unos medios técnicos impresionantes. Y no se construyen centros macro para estos actos. Se celebran sencillamente en universidades maravillosas como las nuestras, en salones espléndidos como el de Fonseca en Santiago. Hay que ir a una regeneración del sistema y aprovechar lo que tenemos, esas universidades, esas catedrales que son nuestra historia y que desafortunadamente rechazamos. Hay que desarrollar la mente racional y llegar a la universidad ya con la cultura puesta. Para ello es necesaria una auténtica preparación educacional y humana.



Así se expresa nuestra científica, casada y con hijos, los cuales, por exigencias de la profesión de su madre, nacieron fuera de España. Nuestra entrevistada sostiene que tener hijos pasa siempre factura a la mujer que tiene que compaginar la maternidad con la investigación u otro trabajo con gran nivel de exigencia. Y reivindica el respeto a la mujer en sus opciones voluntarias.

María Teresa Miras es una persona que acumula sabiduría y humanidad. Simpática, habladora y vitalista, en sus palabras se trasluce el amor por la vida en mayúsculas: la literatura, la historia... También mucho cariño y admiración por su familia, algo que se refleja de modo especial cuando habla de su madre (“es muy exquisita”) y se refiere entre otras cosas a su gusto en el vestir. Se ríe abiertamente al decirme que ella no sigue la moda: “Tengo que ir muy cómoda, son muchas horas diarias de trabajo. Generalmente pantalones y chaquetas, aunque para los actos oficiales ya es otra cosa. Ahí, me paro y elijo lo que corresponde”.

Después de escucharla hemos aprendido sobre el funcionamiento físico del cerebro, pero también que el cerebro debe ser empleado en crear un mundo mejor.
Teresa es un ejemplo de sensatez que contrasta con los derroteros que algunas ocasiones toma nuestra sociedad. Tras una conversación agradable e iluminadora llega la despedida. En Carballiño sigue brillando el sol.

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