CRÓNICA

"Los vecinos salvamos todo el pueblo de O Coutiño", dicen en Parada de Sil

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photo_camera Las llamas cercaron el pueblo de O Coutiño.

La ganadera Ana Hueso, de Parada de Sil, relata la lucha en solitario de los vecinos contra las llamas para salvar viviendas y animales. "Nos pusimos paños húmedos en la boca para no asfixiarnos".

Una noche infernal en la aldea de O Coutiño, en Parada de Sil, donde el fuego cercó casas y ganado , que no acabó en tragedia gracias a la garra mostrada por sus habitantes. Con dos mangueras y cubos de agua sortearon una catástrofe. "Salvamos el pueblo de O Coutiño los vecinos", relata Ana Hueso, que tiene vacas en este núcleo, aunque reside en Portela. "Juntamos los animales y los metimos en un arroyo de una finca para que no se quemaran. Estábamos rodeados de fuego", cuenta estremecida y con mucha ansiedad.

Ella y su marido, José Antonio Ferreiro, salvaron las vacas y se unieron al resto de vecinos para abatir las llamas que campaban a sus anchas por la aldea. Ente ellos, Cenón, Antonio, Juan, Elías, Ester, Pilar, Sara... "Nos pusimos paños húmedos en la boca para no asfixiarnos", relata Ana. Consiguieron aplacar el fuego en una casa y su marido escaló las rejas de otra vacía que había empezado a arder. El fuego saltaba de casa en casa, "aunque los vecinos logramos acorralar las llamas". Cuando recibieron la alerta de que el fuego había entrado en el pueblo colindante, Santigueiro, los vecinos se marcharon en masa a prestar ayuda, mientras el marido de Ana se quedó solo para controlar que el incendio no entrase en la finca donde resguardaban las vacas. "Yo me fui a pedirle a la alcaldesa que mandase a todos los hombres que tuviese, pero solo había dos".  Entre estos y los vecinos que regresaban de Santigueiro consiguieron hacer cortafuegos alrededor del terreno donde se resguardaban los animales. "Mi marido se montó en el tractor para desbrozar la zona aunque no se veía nada", relata.

"No sabía si mi marido estaba vivo o muerto y le dijo a Protección Civil: voy a pasar sí o sí", cuenta Ana

Con estos mimbres, pasadas las 5 de la mañana, Ana regresó a Portela, donde residen habitualmente. Al amanecer, se dio cuenta de que el fuego cercaba también este núcleo. "Volví a llamar a la alcaldesa, para que nos salvase", dice. En ese momento, regresó entre humaredas hacia donde estaba su marido, en O Coutiño. "Como no sabía si estaba vivo o muerto, aunque la protección civil tenía la carretera cortada, les dije que pasaría sí o sí, y accedieron", añade. 

Al reencontrarse con su marido, ambos intentaron volver a Portela, pero la Guardia Civil no les dejó pasar. "Fuimos a ayudar el pueblo de al lado y no nos dejaron volver al nuestro", comenta indignada.  

Lo peor no acabó ahí, regresaron junto a sus vacas para sacarlas del arroyo, pero "el fuego dio vuelta, y entró de frente. No se me olvidan los gritos de mi hija '¡se queman las vacas!'; era terrible".

Tras más de un día fuera de casa, al comenzar su odisea en la tarde del domingo y llegar a su casa el lunes por la noche, aunque "al borde de un ataque de nervios". 

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