La villa vivió con intensidad su lunes fareleiro, en la Praza García Barbón

Verín buscó el capuchón para escapar de la harina

Tres jóvenes, uno con mascarilla, buscan vecinos a los que arrojar harina.
La fiesta del Entroido continúa pese a la nieve, la lluvia y el frío. Los verinenses vivieron ayer su día de la harina, el lunes fareleiro, que obligó a vecinos y visitantes a recurrir al capuchón para evitar salir rebozados de la Praza García Barbón, el principal escenario de la fiesta.
La jornada comenzó sobre las ocho de la mañana con una descarga de bombas de palenque, que tenía como objetivo, según el concejal de festejos, Víctor Manuel Baladrón, recordar a toda la comarca que el Entroido continúa vivo, que aún no acabó la fiesta. Con el estruendo de los fuegos de artificio, el casco urbano recuperaba la actividad tras una intensa noche de fiesta y disfraces. Los feriantes, que habitualmente se instalan en la plaza, se trasladaban a la zona de la Canella Cega, y así dejar el espacio libre para los actos de don carnal. Durante la jornada, por el casco urbano se pasearon marcianos, princesas, policías e incluso religiosos y políticos sacando pecho.
Pero el gordo de la fiesta llegó sobre las ocho de la tarde con la típica farelada en la plaza de García Barbón y el ritmo de las charangas.
La fiesta se prolongó hasta la madrugada con la orquesta Charleston Big-Band y el grupo La Oca.
Verín volverá a vivir hoy, a partir de las cuatro y media de la tarde, el desfile de carnaval del pasado domingo, que se vio deslucido por la lluvia.

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