El verinense acusado de atacar a una octogenaria atribuye la denuncia a su fama de “perseguidor de mujeres”

Joaquín P.F., ayer en el juicio en el Penal 1.
photo_camera Joaquín P.F., ayer en el juicio en el Penal 1.

La víctima, de 89 años, dice que un verinense la atacó de noche e intentó tocarle un pecho

 

En Verín, Joaquín P.F. (63 años) es un hombre famoso. Se hizo popular en la villa como “perseguidor de señoras”, en palabras de su abogada. Y el coste de la fama fue elevado, según argumentó ayer en el juicio seguido en el Penal 1: una denuncia en enero de 2020 por una agresión sexual supuestamente perpetrada en plena madrugada y dentro de la propia casa de la víctima, una octogenaria.

Joaquín asegura que él no fue. La madrugada del 12 de enero dormía profundamente por obra y gracia de los dos miligramos de lorazepam que toma por las noches para conciliar el sueño, además de otros medicamentos para la depresión. El forense aclaró que las benzodiazepinas sí relajan, pero que los medicamentos antidepresivos  no adormecen “especialmente”.  

Pero la denunciante, a sus 89 años, reconoció ayer al acusado como el hombre “de ojos revueltos” que la atacó en el pasillo de la parte superior de la casa, a la que no era difícil acceder, la arrojó al suelo e intentó tocarle los pechos, aunque precisó que no lo consiguió porque sus gritos lo ahuyentaron. “Ese es”, aseveró por videoconferencia tras colocarse el inculpado delante de la cámara.
Prada, en prisión desde hace casi dos años por acosar a vecinas sin respetar órdenes de alejamiento, delitos que en su mayoría admitió, en esta ocasión negó la autoría. Se enfrenta una petición de tres años de cárcel,  con alejamiento, libertad vigilada y multa por lesiones leves. La víctima también pide 12.000 euros por los daños morales causados. 

La perjudicada aseguró que cuando ocurrieron los hechos no conocía a Joaquín, pero había oído hablar de él, y meses antes ya la había seguido por la calle. A la Guardia Civil y al juez les dijo su nombre, pero, tal como recordó la abogada del inculpado, no hubo  reconocimiento fotográfico ni en persona. La letrada enfatizó que en el pasillo donde ocurrió el ataque no había luz -el agresor iba con una linterna- y puso en duda que pudiera ver su rostro.

 A los agentes no les costó llegar hasta él  por otros episodios parecidos: “Lo conocíamos porque tenía otras cosas similares, con una mujer disminuida, y también roces con otras que no se denunciaron (…). Le gustan  mujeres un poco diferentes”, aseguró el único agente que declaró como testigo.

La letrada de Joaquín asegura que el hombre que entró en la casa de la víctima pudo haber sido cualquiera, ya que su vivienda está en las proximidades de la zona de fiesta y los sábados noche transita por la zona mucha gente. Incluso trató de rebajarlo a broma de algún noctámbulo con ganas de lío. La perjudicada aclaró que  no era el caso: “Eso no era broma, no”.

La fiscal, pese a las dificultades de la verinense en seguir el interrogatorio porque por momento no escuchaba lo que se le preguntaba desde Ourense, destacó “la persistencia”  en su incriminación, sin una enemistad previa que la desvirtúe.

El abogado de la acusación particular  hizo valer la edad de su clienta y la agravante de género para pedir una condena por agresión sexual. Y recordó que ya fue condenado por merodearla con un cuchillo y una cinta americana.

La representante legal de Joaquín recalcó que no se le puede condenar por su fama, destacando “el cambio de versiones” sobre si la llegó a tocar o no. En la instrucción, aseguró que le había tocado el pecho y tratado de meter la mano por el pantalón del pijama.

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