ENTROIDO - CIUDAD

Un viaje al triángulo mágico de la ciudad

Preparación de los huevos del Entroido en Eiroás, recreación de Paquita y Nicanor y Leandro, Manuel, Antonio, Roberto, Eduardo y Carlos, de Frei Canedo.
photo_camera Preparación de los huevos del Entroido en Eiroás, recreación de Paquita y Nicanor y Leandro, Manuel, Antonio, Roberto, Eduardo y Carlos, de Frei Canedo

Frei Canedo de A Ponte, Paquita y Nicanor de Seixalbo y A Pita de As Eiroás: entroidos en la capital

Dicen los de Seixalbo que lo más bonito del Entroido es ver al más viejo del lugar disfrazado, aunque sea con un sombrero. En época de posguerra, todo el pueblo se ponía de acuerdo para apagar las luces de las casas y enterrar la Sardiña. Contra la prohibición. En los 50, los de As Eiroás también recurrían al escarnio aunque aquello no estuviera bien visto para recrear la "voda da Pita". Dos viudos que se juntaron y no invitaron al enlace. Frei Canedo, con el pene al aire y una afición desmedida por el vino, es como la última alegoría de los "entroideiros" de la ciudad que se rebelaron hasta en las épocas más crudas para celebrar el Entroido. Bien diferente al carnaval. Seixalbo, As Eiroás y A Ponte no tienen disfraces. Tienen espíritu, personajes y una historia detrás. Son el triángulo mágico de la ciudad y su entorno.

En el Café Cento 5 de Seixalbo se cuecen los preparativos del Entroido más intimista. A los dueños les ha tocado este año hacerse cargo de Paquita y Nicanor, los personajes. Este año, el matrimonio que regenta el bar y que se ha hecho cargo de ellos, ha decidido vestirlos de romanos. Por tanto, a los de Seixalbo se les pide que se animen a vestir así. Vicentiño, el niño de Paquita y Nicanor, fue este año al colegio. Los chavales convivieron con el meco durante el curso y saldrá con ellos en el desfile.

En la asociación cultural Frei Canedo se reúnen los miércoles por la tarde. Aquí hay mucho que preparar para un desfile que aspira a quitarle el puesto al de la ciudad. Dicen ellos.

En As Eiroás no hay ninguna "pita" nueva este año. Saldrán a hacer sonar las chocas los de siempre. Y el traje cumple 20 años. Cambia la sátira que hacen en su representación teatral. ¿A quién sonrojarán este año? 


Frei Canedo, la "carallada" para el barrio de A Pontemg_9700_result


Dicen los "entroideiros" de A Ponte que Frei Canedo convirtió en su día una jarra de agua del Miño en un vino "caralludo". El milagro del fraile que vivía debajo de un arco de la Ponte Vella da sentido al Entroido pontino desde hace 16 años. Por aquella hazaña, la cofradía lo saca en solemne profesión por el barrio. En realidad, la leyenda empezó con unos amigos pontinos en torno a un cocido. "Aquel ano montamos unha pequena carpa na Ponte Vella. Fixemos o cocido e comémolo. Alguén dixo: esto para o ano ten que ser algo máis grande. Foi medrando tanto que xa se nos desmadrou", explica Roberto Pumar, miembro de la cofradía. Este año le toca ser el Papa en el solemne acto. El resto, frailes y monjas. O personal de seguridad.

Tanto se les desmadró que dicen: "Como sigamos así, o noso desfile será máis importante que o da cidade. 1.200 personas eramos o ano pasado. Este ano superamos a cifra seguro".

Además de bonachón y labio fácil para el vino, al Frei Canedo le otorgan una característica fundamental. Tiene que ver con su aspecto. Al patrón del Entroido de A Ponte le sobresale del traje un miembro de 25 centímetros. Los cofrades le han puesto un mecanismo que sube y baja. "A ver, o noso é un Entroido de coña. De carallada. O Frei Canedo é un meco de cartón-pedra, una figura simpática que ten ese membro que lle chama a atención a xente", defienden los de la asociación. 

Los seis primeros

Antes de salir en procesión el Luns de Entroido, está todo el año en la sede de la cofradía, en la avenida de Marín. Allí pasan los cofrades cada miércoles organizando los preparativos. Quedan seis personas de aquel primer Entroido. Llegaron a ser 105. Recuerdan más importante: de A Ponte. "Non é un Entroido para nós, é para o barrio". 


Seixalbo: una tradición a escondidas en las casasfn_3748_result


Me advierten antes. "Supoño que andas buscando outra cousa, como xente traballando, facendo unha carroza ou algo parecido. Aquí non hai iso. É moito máis intimista. A xente traballa ás escondidas, na casa, ata que os días de Entroido, Seixalbo convértese nuna explosión de luz e color", cuenta Xosé Carballido, presidente de la asociación San Breixo de Seixalbo y uno de los impulsores del Entroido de Paquita e Nicanor. 

Cuando llega el Entroido, los vecinos no saben qué comparsa se animará a salir. La improvisación y el secreto es una de las características de este Entroido intimista que este año arranca con una novedad: Vicentiño, el hijo de Paquita e Nicanor–los personajes del Entroido de Seixalbo–no estará el día del recibimiento de los mecos.

Paquita e Nicanor, figuras con la cabeza tallada en madera, remontan su historia al siglo XIX. Las últimas están talladas a mano hace 50 años y hay otra réplica de sus cabezas en el local social de Seixalbo. Este matrimonio protagoniza las "regueifas" de Entroido, donde tienen que aclarar su situación de pareja frente a los vecinos y unos "señores" y "señoras" que comentan sus deslices extramatrimoniales arrancando las carcajadas del público. Es su vuelta a Seixalbo después de "un año recorriendo el mundo".

El niño fue al colegio

Vicentiño, el niño. La figura del pequeño suele entregarse cada año a un matrimonio de recién casados para que lo cuiden en su casa, pero este año estuvo en otro sitio. "As mestras do colexio pedírono e estivo no colexio todo o curso. Por iso, non sairá cos pais. Senón o día do desfile dos rapaces. Vicentiño disfrazarase de alimentación saudable, como o resto dos nenos", explican. Es la novedad de una fiesta tradicional, enxebre, hecha en la intimidad de las casas. 


Dos décadas vistiendo a la Pita de As Eiroásfn_5589_result


Se confiesan un poco vagos. Pero su Entroido cumple 20 años de historia. Más bien, su traje. "La fiesta nació en 1998, pero la vestimenta de A Pita no lo hicimos hasta el año siguiente", explica Luis, uno de los impulsores de aquella época. La "Pita" es el personaje central de este Entroido en el que se recrea el casamiento entre dos viudos que no quisieron invitar al pueblo a la boda. Los de As Eiroás montaron el espectáculo por su cuenta. La historia, real. Y con descendencia viva. "Está perfectamente identificada la familia", dicen los vecinos de Eiroás. 

Gumersinda de Benavides,–alias "A Pita"– y Antonio Guimarey rehicieron su vida juntos en los años 50. No quisieron pagarle los vinos al resto del barrio y aquello coincidió en Entroido. Ahí nació este escarnio en el que los vecinos recrean el casamiento. "Incluso en la época de posguerra se siguió celebrando. Hubo un parón en los 70 y fue en el 98 cuando recuperamos la tradición", explican los vecinos de Eiroás. 

La 'pita' viste de negro, con plumas y cintas de colores. Hace sonar las chocas y lanza huevos a su paso. Llevan un broche de cuero que indica la antigüedad de cada máscara. "Vamos colocando una cinta por cada año en el que salga el traje", explica Luis. Además, cada año llevan un color, dedicado a asuntos de actualidad. El Prestige, la legalización del matrimonio homosexual, la libertad de expresión, las migraciones... Cada año hay una temática social que reivindicar. 

Un gran show teatral

Este año no hay "pitas" nuevas, por lo que la confección del traje es una tarea menos. Con todo, siempre sorprenden tirando de ingenio. Una pieza teatral en la que repasan con escarnio la actualidad es uno de los ejes del Entroido. No quieren desvelar con quién se "meterán" este año. 

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