Alcohólicos Anónimos cuenta con dos grupos de ayuda en la ciudad para intentar superar el problema

Vidas marcadas por la adicción al alcohol

La comunidad de Alcohólicos Anónimos funciona desde hace varios años en la ciudad a través del Grupo Ourense, ubicado en la parroquia de As Lagoas, y del Grupo Esperanza Nueva, en la parroquia de San Pío X, donde sus usuarios comparten sus experiencias y se ayudan mutuamente para salir del infierno del alcoholismo.
El alcohol es una de las sustancias psicoactivas más consumidas en España, estando a la cabeza las zonas vitivinícolas, entre ellas la provincia ourensana, según el responsable de la Unidad de Conductas Adictivas del Complexo Hospitalario, Gerardo Flórez. Este servicio atiende unas 250 primeras consultas de alcoholismo al año, con un porcentaje de éxito en el proceso de abstinencia del 50% en los primeros doce meses (si bien el riesgo de recaída aumenta con el paso de los años).

Con el objetivo de ayudar a las personas que tienen un problema con la bebida, la comunidad de Alcohólicos Anónimos funciona desde hace varios años en la ciudad a través del Grupo Ourense, en la parroquia de As Lagoas, y del Grupo Esperanza Nueva, en la de San Pío X.

Uno de los usuarios de este último grupo es Nando, de 38 años, que lleva ya tres años y cuatro meses sin beber. Allí comparte su experiencia con los demás para resolver un problema común a todos ellos. Dice que en Alcohólicos Anónimos se siente comprendido e identificado con el grupo. ‘El problema del alcohol está ahí y nuestro reto es no beber en las próximas 24 horas’.

Relata que tuvo su primera borrachera a los 12 años en compañía de unos amigos. Aunque al principio sólo bebía los fines de semana, en los últimos años ya lo tenía que hacer desde la mañana. ‘Me temblaban las manos y sin alcohol era incapaz de hacer nada’. Un accidente de tráfico en el que se vio implicado le hizo recapacitar: ‘Gracias a Dios no hubo víctimas mortales. Tuve un coma etílico y se me fue el coche contra otro’. ‘He tenido que cambiar de hábitos, de compañeros y dejar de salir por la noche’. Otro caso es el de Milucha, de 46 años. Ella empezó a tomar vino con gaseosa o sopas de vino cansado con nueve años y ‘ya me gustaba el alcohol’. Afirma que con 30 años ya bebía ‘de forma exagerada y a escondidas’. ‘El alcohol me ponía agresiva, me afectaba psicológica mente y tuve un intento de suicido. Aunque en el trabajo nunca me afectó, lo pagaba con los seres que más quiero. Mi hija me llegó a decir que le daba asco y me pidió muchas veces que lo dejara y yo se lo prometí otras tantas sin resultados. En lugar de llevarla al parque, la llevaba a la zona de vinos’.

Cuando consiguió dejar el alcohol, hace ahora ocho años, consumía hasta seis litros diarios. Hoy, gracias a Alcohólicos Anónimos, es otra persona, ‘he vuelto a vivir, río por nada y ya no tengo depresiones ni ansiedad’.


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