El santuario de Os Milagros acogió ayer la tradicional y numerosa procesión de las Antorchas, en la víspera del día grande que tendrá lugar hoy y con el que clausurará el Año Jubilar Mariano que acogió Ourense.
Hay imágenes que hablan por sí solas, que condensan siglos de tradición y también de devoción. Una de ellas es, sin duda, la que cada año ofrecen los fieles de la Virgen de Os Milagros en el recorrido que efectúan en torno al santuario de Baños de Molgas en el rosario de las antorchas.
Ayer no fue diferente. Los feligreses acompañaron en la noche, víspera del día grande del santuario, a la imagen de su Virgen con velas encendidas, figuras de cera, rezos y plegarias alrededor del santuario, para pedir favores o cumplir con alguna promesa.
La imagen de las luces moviéndose lentamente al ritmo de los murmullos de las oraciones y de algún cántico ofrece un espectáculo único y emocionante. Al terminar hubo fuegos artificiales para honrar a la imagen de la Virgen, que este año celebró su medio siglo de llegada a Ourense. Esta procesión de las Antorchas es, conjuntamente con la peregrinación a pie de miles de personas cada año hasta este Santuario, uno de los actos más simbólicos de la novena de Os Milagros, esperado por muchos feligreses durante todo el año.
Pero no sólo acuden a esta noche especial de fe los ourensanos, sino que aquí se congregan personas llegadas de toda Galicia y también de Portugal, cuya devoción traspasa las fronteras galaicas.
Este multitudinario acto de ayer, preludio del día grande de hoy, ya estuvo precedido de toda una semana de actos religiosos que concitaron un gran fervor religioso, con la celebración de la novena, en la que cada día ha participado un obispo de otras partes del país.
Pero sólo de devoción no vive el hombre, así que también tienen cabida necesidades menos espirituales, y por eso durante estos días los puestos de churros y rosquillas, los pulpeiros y las tiendas de golosinas y regalos también tienen su conmemoración especial, logrando una clientela muy numerosa y también hambrienta.
