Crónica

Volando a ras de suelo

La comodidad del tren evita la sensación de velocidad, que se percibe al mirar por las ventanas. (JOSÉ PAZ)
photo_camera La comodidad del tren evita la sensación de velocidad, que se percibe al mirar por las ventanas. (JOSÉ PAZ)
Uno se sube a un tren en Ourense a las 16,25 horas, de día y lloviendo y, como si de un paseo se tratase, se baja de él en Alicante, a las 21,21 horas, de noche y viendo la luna. Esa posibilidad es la que ayer nació en la capital de As Burgas.
Faltaba una hora para que se abriese el control de acceso y ya había viajeros que preguntaban en la estación Empalme donde estaba el tren con destino a Alicante. Durante esa hora, el desfile de…
 
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