Me están “estresando”

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Las plantas despiertan mucha curiosidad en mí. El hecho de germinar, plantar, trasplantar, regar y cuidar mi mundo verde me alimenta la mente, el alma, y en muchas ocasiones, mi estómago. Los que me conocen saben que es algo que se me da bien. Pero se me da bien porque muchas veces cometo errores y esos mismos son los que hacen que busque el porqué para poder subsanarlos y de alguna forma, experimentar para tener un mayor conocimiento. El ensayo-error es la técnica de aprendizaje más extendida y natural.

Cuando voy a casas ajenas de familiares o amigos (no voy por los rellanos de los edificios para observar las matas en sus tiestos), tanto los huertos, plantas y árboles de exterior como el mundo vegetal que tienen en el interior, son para mi un imán que hace que pierda un poco la noción del porqué estoy allí. Y se nota quien tiene las plantas porque le gustan y las cuidan, y a quien los cactus les traen de cabeza.

Este pequeño “speech” de introducción va encaminado a hablar del cuidado de las plantas. Y debemos comprender que las plantas pueden sufrir estrés. Pero no confundamos el estrés vegetal con el humano. En el cuerpo humano ante una situación de estrés, la adrenalina se dispara incrementando la frecuencia cardíaca y la presión sanguínea preparando al cuerpo para estar atento y movilizar grandes cantidades de energía por si hay que luchar o salir corriendo.

En las plantas el luchar o huir no está en su listado de respuestas ante el estrés, y debido a su naturaleza inmóvil, tienen que aprovechar los recursos disponibles y hacer frente a las situaciones adversas sin moverse del sitio. Por eso hay plantas en la Antártida, en el Sahara o en suelos tan salinos que hasta al limón y el tequila les costaría hacer la mezcla en boca. La evolución ha hecho que puedan desarrollarse en estas condiciones, prácticamente sin despeinarse.

Las situaciones de estrés en las plantas puede clasificarse en dos grandes grupos, las de tipo biótico, que son producidos por otros seres vivos, insectos, animales, hongos, bacterias…y las de tipo abiótico, que son las provocadas por la temperatura, la sequía, inundaciones, irradiación o manejos agronómicos, siendo factores físicos y químicos.

El estrés por temperatura: las plantas tienen unos umbrales de aguante para las temperaturas, tanto bajas como altas, los cuales si se sobrepasan pueden causar daños metabólicos y fisiológicos, pudiendo llegar a matarlas.

El estrés producido por patógenos, plagas o virus, los cuales atacan a la planta que afecten al desarrollo de esta, exponiendo que también los tratamientos para su curación pueden afectarles.

El estrés por falta o exceso de luz. La luz es la gasolina para la fotosíntesis, relacionada con la producción de carbohidratos y oxígeno. Hay plantas que adoran la luz y otras que prefieren estar mas “recogiditas”

El estrés por exceso o falta de nutrientes, los cuales marcarán el desarrollo de la planta según sus necesidades.

El estrés hídrico, siendo uno de los más frecuentes y con mayor mortalidad en las plantas. Si es por la falta de agua, las plantas no pueden transportar nutrientes de la raíz a las hojas, y en exceso, pueden provocar ahogamientos por falta de oxígeno y crecimientos bióticos.

Repasando este listado, más de uno estará estresado con tanto estrés, pero el mejor consejo que os puedo dar, es que de las plantas que tengáis en casa, busquéis su ficha técnica en la red virtual o física, para así conocerlas bien y saber qué necesidades tienen. A cambio, ellas nos deleitarán con sus colores, flores y frutos, los cuales, como antes dije, alimentan la mente, el alma y seguramente, vuestros estómagos.

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