Hay quien cree que el marido de la reina se quedará dormido y otros, que el novio irá embriagado

La boda de Guillermo y Kate impulsa todo tipo de apuestas

Soldados de la 'Scots Guards' preparan su uniforme para la boda real. (Foto: ARRIZABALAGA)
La boda entre el príncipe Guillermo de Inglaterra y Kate Middleton, el 29 de abril en la Abadía de Westminster en Londres, ha dado lugar a todo tipo de apuestas. Cuando queda poco más de una semana para el que se considera el enlace real del año, la casa británica William Hill da la opción a que uno se juegue sus libras en las apuestas más estrambóticas. Por ejemplo, William Hill ofrece 8 contra 1 a que las cámaras de televisión que grabarán la boda recogerán al príncipe Felipe, marido de la reina Isabel II de Inglaterrra, de casi 90 años, mientras se echa una cabezadita durante el servicio.
Otras de las apuestas a las que dio pie el evento real especulan con la posibilidad de que la exSpice Girl y ahora diseñadora de moda Victoria Beckham acuda al acto vestida con uno de sus propios trajes, lleve gafas de sol negras dentro de la iglesia o que su marido, el futbolista David Beckham, se ponga un frac. Más improbable parece que la antes conocida como 'Spice Posh' sea la misteriosa diseñadora del vestido que lucirá la novia y que, hasta la fecha, sigue siendo el secreto mejor guardado de los preparativos para el gran día. Lo cierto es que la excantante está dando mucho juego y también hay apuestas sobre la posibilidad de que la niña que espera el matrimonio se llame Catherine o que las componentes del grupo 'Spice Girls' amenicen la celebración de la Casa Real británica.


CHICLES O TIARAS

En cuanto a las apuestas que escogen como blanco a los protagonistas del enlace o a la familia real, los británicos se juegan su dinero a adivinar si Kate Middleton firmará un contrato prematrimonial y barajan también la posibilidad de que su padre rompa en sollozos al acompañarla hasta el altar. También se preguntan si la prometida de Guillermo se pondrá la tiara de la familia Spencer o si su madre, Carole Middleton, mascará chicle durante el servicio religioso.

El príncipe Enrique tampoco se salva de las apuestas y, así, William Hill ofrece a sus clientes la posibilidad de que apuesten si el hermano del novio es el que recogerá el ramo de la novia, animan a adivinar si el padrino se olvidará el anillo o se le caerá durante la ceremonia o, aún peor, si el hijo menor de Carlos de Inglaterra logra o no terminar su discurso debido a un hipotético estado de embriaguez del joven.

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