El azúcar es una parte muy importante en la dieta. La glucosa y los azúcares derivados como la fructosa o la lactosa, aportan la energía a las células, que transforman esta molécula en ATP o adenosín trifosfato. Las células utilizan este ATP como "moneda" energética, rompiéndola para obtener adenosín difosfato (ADP) y energía.
Si no consumimos la energía que consumimos, esta tiende a acumularse, los que puede provocar diversas enfermedades dietéticas, tanto físicas como psicológicas, ya que el consumo de azúcar puede volverse adictivo. A esta posible adicción que se puede desarrollar con el azúcar no ayuda que sea un ingrediente tan presente en los productos procesados.
Por el contrario, una ausencia de glucosa en el cuerpo, provoca que las células obtengan la energía a través de la rotura de los enlaces de las grasas. Este método, sin embargo, no es capaz de abastecer al sistema nervioso, por lo que es necesario abastecerlo con carbohidratos.
Ambos combustibles son perjudiciales consumidos en exceso, ya que cualquiera de ellos puede provocar deterioros físicos y enfermedades graves, algunas pudiendo llegar a causar la muerte. Por ello, es importante conocer el consumo de estos productos y regular las cantidades para tratar de tener una dieta sana y equilibrada.
Hiperglucemia e hipoglucemia
La hiperglucemia es el término con el que se conoce el exceso de azúcar en sangre, mientras que hipoglucemia, es el nivel excesivamente bajo. El nivel de glucosa en sangre está controlado por la insulina, hormona que escasea en el sistema cuando se padece diabetes.
Un exceso de azúcar en la dieta puede llegar a una malfunción del páncreas, que es el órgano que genera la insulina, llegando a desarrollarse diabetes. Una hipoglucemia tiene una solución sencilla, una falta excesiva de azúcar en sangre puede bajar la tensión, pudiendo provocar mareos, un síntoma conocido como "bajada de azúcar".
