Gov’t Mule: valioso cargamento de blues

Herederos del espíritu y la esencia de la Allman Brothers Band, stonianos hasta la médula y cultivadores de un estilo de rock sureño al que grupos como The Cadillac Three o Blackberry Smoke rezan cada noche mientras atraviesan en su autocar de gira las polvorientas carreteras de la América profunda. Se llaman Gov’t Mule y como viene siendo norma en su carrera, han vuelto a poner en circulación un álbum que es toda una cátedra sonora de historia del rock y cuyo título no puede resultar más explícito acerca de su contenido: “Heavy Load Blues”. El líder de Gov´t Mule, Warren Haynes, ganador de un grammy –dato importante en su biografía, pero irrelevante en el marco de todo lo que ha hecho en la música- es para quien no tenga demasiadas referencias sobre él, un vocalista, compositor, leyenda de la guitarra y productor que trasciende géneros y etiquetas y dirige a la mula de la manera tan conmovedora y artística que no cabía esperar otra cosa en este álbum que lo que nos acaba de regalar: “Heavy Load Blues”, una experiencia profunda e hipnótica de principio a fin. Warren Haynes y Gov’t Mule han hecho muchos discos en ese terreno fronterizo entre el rock y el blues, y sus incursiones en la madre de todas las músicas han sido siempre afortunadas. Pero este es su primer álbum de blues de pura cepa, y es una maravilla. “Heavy Load Blues” presenta versiones de maestros del blues atemporales como Howlin Wolf, Elmore James, Junior Wells o Ann Peebles junto a estrellas de rock cuya escuela también fue el blues como Tom Waits, más temas de los propios Gov’t Mule. También está disponible una edición de lujo ampliada que contiene grabaciones adicionales tanto en estudio como en vivo, incluido un original más de Haynes y versiones de Savoy Brown, Sonny Boy Williamson, Muddy Waters y Otis Rush. Diré más: solamente el cover de “Street Corner Talking” de Savoy Brown y su desgarradora versión de “Have Mercy On The Criminal” de Elton John, así como la grabación en directo de “Good Morning Little Schoolgirl” - ¡qué recuerdos de Johnny Winter!- con Hook Herrera, hacen que la edición de lujo sea una compra más que inteligente. Al igual que Eric Clapton en “From The Cradle”, su regreso al blues en 1994, Gov’t Mule abren “Heavy Load Blues” con la versión de Elmore James de “Blues Before Sunrise” de Leroy Carr. Con Hook Herrera como invitado en el arpa, el sentimiento y el flujo destartalado de la canción es tan natural como vibrante en comparación con la versión de Clapton, abriéndonos bien el apetito para lo que vendrá. Que en este caso es “Hole in My Soul”, una composición de Haynes, con una sección de viento de Pam Fleming, Jenny Hill y Buford O’Sullivan que le dan a la canción un eco de B.B. King que envuelve al oyente en un abrazo aterciopelado, a pesar del dolor y el desgarro que Haynes transmite. “Love is a Mean Old World” podría ser hija natural de “Mean Old World” de Little Walter, mientras que “Snatch It Back And Hold It” de Junior Wells, nos lleva al Chicago blues más puro y genuino, un tributo tan lleno de calidad como de imaginación, para continuar con otra sensacional creación de la banda llamada “Hold it Back”. La temperamental “Make It Rain” de Tom Waits es prácticamente un interludio cinematográfico, algo que suele acompañar siempre a cualquier versión del compositor experimental de California. Waits escribe música que quizá solo existe en su propio y atormentado mundo, pero también permite que celebridades de ideas afines como Gov’t Mule redecoren el lugar como mejor les parezca. Haynes entra en la personalidad lírica de Waits como un campeón de peso pesado y su admiración compartida por Howlin Wolf une a los dos hombres en una pieza que cautiva y destroza. Hablando de Wolf, su clásico “I Asked Her For Water, She Gave Me Gasoline” supera los límites de The Mule y fluye como un tema de heavy-funk que está a millas de distancia del original. El teclista Danny Louis crea una atmósfera especialísima sobre la cual, o mejor, envuelto en ella, la guitarra y la voz solitaria y quejumbrosa de Haynes completan la magia. “Caminad una milla en mis zapatos; por favor, no me juzguéis hasta que lo hayáis hecho”, se recrea en su lamento el líder de Gov’t Mule, Haynes, en la pieza que en cierta manera titula el disco, “Heavy Load”. Una declaración de principios en la cual se respira, se siente, se bebe, se llora la tristeza, la vida errante, la ruta hacia el cruce de caminos del blues. Gov’t Mule no solamente han aprehendido, han adherido a las paredes de su estómago o a sus ventrículos las historias de desesperanza y desgarro que solamente el blues puede no contar, sino hacer vivir a quien lo siente y saben contagiarlo. Haynes canta blues tan seguro y estremecedor como el diablo y su voz arenosa, musgosa y cavernosa se adapta perfectamente al médium al cual posee en ese canto de la tribu envuelto en acordes de guitarra. “Para mí, personalmente, hacer un disco como este era una de esas cosas que tenía en mi lista de asuntos pendientes desde hacía muchos años”, confiesa Warren Haynes. “Manejé la idea de que fuera un álbum en solitario, aunque también me atraía mucho la idea de que fuera un disco de Gov’t Mule. En nuestros conciertos siempre hemos tocado algo de blues tradicional, pero este álbum era como una misión pendiente. No había cortapisas, pero queríamos mantenernos fieles al espíritu del blues en un sentido tradicional. No es un disco de blues rock; es un disco de blues. Queríamos que sonara diferente de un disco normal de Gov’t Mule”. Se dice en una suerte de ley no escrita que los críticos musicales, aunque reconozcan en un álbum una auténtica masterpiece, siempre deben emitir alguna reserva y criticar desde una posición de escepticismo, frialdad e incluso disciplencia. Bien, yo que me considero un absoluto disidente de esa absurda norma, cuando reconozco una obra maestra, creo que mis lectores tienen derecho a conocerla y a disfrutarla. Este, en especial para los amantes del blues, es un ejemplo de libro. Sinceridad, emoción, intensidad, calor y humanidad es lo que exhalan las hirvientes canciones que habitan en los microsurcos de “Heavy Load Blues”. No esperen encontrar en este disco nada de la sobreactuación, impostación y postureo que abunda en el rock de marketing prefabricado. No, este cargamento de blues es justamente lo opuesto. Es la pura esencia de la música hecha desde las tripas, desde las vísceras y desde el corazón. Créanme.