Nada, una niña secuestrada que debió luchar contra todo

La niña secuestrada acompañada por dos miembros del equipo de homicidios de la Guardia Civil
photo_camera La niña secuestrada acompañada por dos miembros del equipo de homicidios de la Guardia Civil

A sus 11 años pasó siete meses en la selva boliviana entre vejaciones sexuales y durmiendo en el suelo.

El día 8 acabó el calvario de Nada en la selva boliviana. Durante siete meses Nada, de nueve años entonces y de origen marroquí, fue agredida sexualmente por su secuestrador, durmió en el suelo, trabajó de sol a sol y sufrió las picaduras de todo tipo de insectos. Gracias a su inteligencia y capacidad de adaptación, logró sobrevivir. Cuando los agentes de la Guardia Civil y de los Mossos d'Esquadra la liberaron en la zona selvática de El Chapare, la niña presentaba picaduras por todo el cuerpo, tenía garrapatas y otros signos de un deteriorado estado físico del que seguramente podrá recuperarse.

Pero son las heridas psicológicas las que más tardarán en curar, como dice el teniente José Miguel Hidalgo, miembro del equipo de Homicidios y de Secuestros de la Guardia Civil, uno de los "ángeles de la guarda", como la propia Nada les definió, y que acompañó a la menor de vuelta a España después de pasar también, como el resto de los agentes, su particular calvario en la búsqueda de la pequeña.

Será la investigación policial y judicial la que determine por qué los padres de la pequeña, que acaba de cumplir diez años, la autorizaron a pasar una semana de vacaciones con el que luego sería su secuestrador, Grover Morales -en España se hacía llamar Raúl Hernán Miranda Pérez-, un vecino de L'Hospitalet de Llobregat (Barcelona) al que conocían desde hacía pocos meses. El juez, que tendrá que aclarar si hubo algo más que un engaño, imputó a los padres por un delito de abandono, en tanto que Nada pasó a disposición de un centro de atención a la infancia y la adolescencia de la Generalitat de Cataluña.



DESTINO BOLIVIA

Fue el 27 de agosto del pasado año cuando Grover y la niña partieron desde el aeropuerto madrileño de Barajas con destino a Santa Cruz de la Sierra, en Bolivia. Unos días más tarde, el 5 de septiembre, los padres de la menor denunciaron su desaparición en una comisaría de los Mossos en L'Hospitalet.

Comenzó entonces un periplo policial encaminado a localizar al secuestrador, un hombre con antecedentes por abusos sexuales en Bolivia. Un hombre devoto de la Asociación Evangélica de la Misión Israelí del Nuevo Pacto Universal, que exige a los que quieren ser líderes tomar a una menor virgen de 10 años, motivo por el que Grover pudo querer secuestrarla para casarse con ella. Sea como fuere, explica Hidalgo, Grover estaba obsesionado con los menores desde muy joven, como muestra la violación de sus propias hermanas.

No fue fácil localizarle. Los investigadores sabían que llevaba un teléfono móvil español, pero por un fallo en la investigación de los agentes bolivianos, Grover supo que se le estaba buscando, se deshizo del aparato y huyó con la niña de Cochabamba, donde hasta entonces residían en una vivienda infrahumana.

Nunca pensaron los investigadores que el secuestrador se había adentrado tanto, ya que hasta ese lugar al menos había que caminar 18 horas. Finalmente, y a través de agentes de narcóticos, se negoció con sindicalistas cocaleros que controlaban los poblados, a quienes se les convenció de que sus propias familias corrían riesgo con la presencia del secuestrador.

Una cuadrilla de ocho o diez hombres retuvieron a Grover a la fuerza en la caseta donde vivía y entregaron a Nada a las mujeres hasta que agentes españoles y bolivianos la rescataron en un helicóptero y arrestaron al secuestrador.

Fue una lucha de Nada contra todo. Una lucha que no ha acabado y que esta niña merece ganar. "Se merece un buen futuro", como desea emocionado el teniente Hidalgo. Irá a verla para devolverle el "besazo enorme" con el que Nada se despidió de uno de sus ángeles de la guarda.

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