La Oroya, la ciudad más contaminada de América, paga el precio de su riqueza

Los enormes ingresos que el estado peruano está logrando en estos últimos años por sus riquezas mineras están costando un alto precio a La Oroya, considerado como el municipio más contaminado de América.
Encajonada en un valle andino pelado y barrido por el frío, La Oroya (175 kilómetros al este del Lima), sede de la principal fundición metalúrgica del país, ha vuelto a la actualidad porque la semana pasada una organización ambientalista la incluyó -y no es la primera vez- en la lista de los diez lugares más contaminados del planeta.

En La Oroya, donde viven algo más de 33.000 habitantes a 3.750 metros de altitud, no llama la atención la basura, la fetidez o el fango; es más, es un municipio inusualmente limpio y ordenado en comparación con otros valles andinos.

Aquí la contaminación es casi invisible: está en el aire, donde flotan micropartículas de plomo, sulfuro, arsénico, cadmio y así hasta diez componentes altamente tóxicos.

Todos ellos ascienden silenciosos al cielo desde la enorme chimenea que escupe humo incansablemente desde la fundición.

'Por las mañanas, especialmente en invierno, el aire se espesa, a veces hay una neblina, e inmediatamente sentimos picor en la garganta y en los ojos', dice Maribel Chávez, activista de CooperAcción.

Chávez muestra las cifras de una mañana de agosto -según la medición de la organización estatal DIGESA: por citar sólo el dióxido de azufre, supera ese día los 27.000 microgramos por metro cúbico, cuando se considera que a partir de los 2.500 se entra en un estado de 'emergencia'.

Un reciente estudio realizado por pediatras de un centro público de salud demostró que hasta los recién nacidos llegan al mundo con preocupantes niveles de plomo en la sangre.

La empresa estadounidense Doe Run, que opera la enorme fundición, no niega la gravedad del problema, pero recuerda que la que llaman 'contaminación histórica' es anterior a su llegada al lugar en 2003 y recalca los esfuerzos que realizan en pro de la mejora ambiental en la zona y que pronto se concretarán en tres plantas de tratamiento del ácido sulfúrico.

El portavoz de la empresa en Lima, Víctor Andrés Belaúnde, asegura que Doe Run Perú lleva tres años sin repartir dividendos entre sus accionistas porque está invirtiendo todos sus beneficios en proyectos de mejora ambiental.

La empresa, que produce cobre, zinc y plomo, es la principal proveedora de empleos en esta ciudad que vive, directa o indirectamente, de los ingresos de la fundición.

En la parroquia católica de La Oroya, muy implicada en la lucha por la defensa ambiental, Yolanda Zurita se muestra muy crítica con 'la compañía' -es decir, la única del valle- por la falta de transparencia o por la desinformación que ofrece a los pobladores. 'Nos han mentido toda la vida', se queja.

Según ella, la empresa ha difundido entre sus trabajadores la idea de que hablar de contaminación equivale a hacer el juego a quienes quieren cerrar la factoría, lo que hace que el trabajo de los ecologistas sea mal visto entre los trabajadores y sus familias.

Además, los activistas se quejan del bajo nivel cultural de muchos de los pobladores que hace que sean inmunes a los argumentos ecológicos.

Así, cuando Doe Run abrió una pequeña guardería para acoger a los niños más afectados, muchas madres se acercaron al centro de salud para informarse de cómo hacer para que la sangre de sus hijos presentara más toxinas y hacerlos así beneficiarios del desayuno y almuerzo gratuitos de la guardería, según explicó a Efe un pediatra del centro.

Alentada por el 'boom' de la minería, la fundición no sólo trabaja con minerales peruanos, sino que recibe un diez por cien de material de otros países e incluso ha aumentado el ritmo de producción de plomo, aunque haya disminuido el de zinc y cobre, como reconoce Belaúnde.

Alrededor de La Oroya los vientres abiertos de las montañas andinas siguen proveyendo los minerales que luego bajan a la fundición. Visto que la minería supuso en los últimos años en torno al 60 por cien de los ingresos por exportaciones del estado peruano, no parece que el ritmo de la explotación minera vaya a disminuir. .

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