En su último acto público insiste que su renuncia es una decisión libre tomada por el bien de la Iglesia

El papa reconoce haber vivido 'momentos de aguas agitadas'

Benedicto XVI, rodeado de fieles durante su recorrido en el papamóvil en la plaza de San Pedro. (Foto: MICHAEL KAPPELER)
Unas 200.000 personas despidieron ayer a Benedicto XVI en su último acto público en el Vaticano antes de dejar de ser papa, en el que dijo que su pontificado ha tenido momentos 'difíciles' y que su renuncia no significa volver a la vida privada, ya que 'no abandona la cruz'.
Sereno, sonriente, 'consciente de haber realizado un buen trabajo', según señaló el portavoz, Federico Lombardi, Benedicto XVI repasó sus casi ocho años de pontificado y aseguró que nunca se sintió solo, que siempre se ha sentido protegido por Dios y que ha renunciado al papado no por su bien, sino por el de la Iglesia, al notar que ya le faltan las fuerzas para guiar la Barca de Pedro. 'Mi decisión de renunciar al ministerio petrino no revoca la decisión que tomé el 19 de abril de 2005 (cuando fue elegido papa). No regreso a la vida privada, a una vida de viajes, encuentros, conferencias, etc. No abandono la Cruz, sigo de una manera nueva con el Señor Crucificado. Sigo a su servicio en el recinto de San Pedro', afirmó.

Joseph Ratzinger aseguró que desde el momento en que se acepta ser papa, la vida privada desaparece y se pertenece 'totalmente a toda la Iglesia' y que él, aunque ya no gobernará la Iglesia, seguirá sirviéndola con las plegarias. Sobre el pontificado dijo: 'El Señor nos ha dado muchos días de sol y ligera brisa, días en los que la pesca fue abundante, pero también momentos en los que las aguas estuvieron muy agitadas y el viento contrario, como en toda la historia de la Iglesia, y el Señor parecía dormir'.


LAS AGUAS DE LA IGLESIA

Benedicto XVI dijo que se ha sentido en algunos momentos como San Pedro con los apóstoles en la barca en el lago de Galilea y que siempre supo que en esa barca está el Señor. Ratinzger -que antes de ser elegido papa denunció tanto que la Iglesia era una barca que 'hacía agua' como la 'suciedad' que había entre sus miembros- afirmó que Dios guía a su Iglesia y la sujeta 'sobre todo en los momentos difíciles' y que no se debe perder jamás 'esta visión de fe'. En esas palabras y en la de momentos difíciles vieron los observadores vaticanos una referencia a los escándalos que en los últimos tiempos han salpicado a la curia vaticana. Benedicto XVI insistió en que la Iglesia tiene que ser un 'cuerpo vivo, una unidad de hermanos' y exhortó a llevar una vida cristiana 'coherente'.

Respecto al motivo de su renuncia, que se formalizará hoy a las 20,00 horas, insistió en que le faltan las fuerzas (tiene casi 86 años) y contó que 'pidió' a Dios 'con insistencia' que le 'iluminara' para tomar la decisión 'más justa', no para él, 'sino para el bien de la Iglesia'. 'He tomado esta decisión en libertad sabiendo la importancia de la misma y la novedad que supone, pero con una profunda serenidad de ánimo. Amar a la Iglesia significa también tener la valentía de tomar decisiones difíciles, sufridas, teniendo siempre presente el bien de la Iglesia y no el de uno', manifestó.

El de ayer fue el último acto público de Joseph Ratzinger en el Vaticano. Hoy, su último día como papa, se despedirá de los cardenales que lo deseen y a las cinco de la tarde se trasladará a la residencia de Castel Gandolfo, donde saludará a los vecinos del pequeño pueblo. A las 20.00 horas dejará de ser oficialmente papa. No habrá ceremonia alguna de despedida del pontificado y la única señal visible que anunciará que ya no es pontífice se verá cuando la Guardia Suiza que presta habitualmente guardia en la entrada del palacio cierre las puertas.

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