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La vid, planta sagrada

Racimos listos para vendimiar en una hilera de vides.
photo_camera Racimos listos para vendimiar en una hilera de vides.
Su cultivo está ligado desde muy antiguo a la humanidad por su propiedades

La vid, cuyo nombre científico es Vitis vinifera, es un arbusto trepador perteneciente a la familia de las Vitáceas, originario del suroeste de Asia y del suroeste de Europa, y actualmente extendido por todos los países de climas templados.

Etimológicamente el nombre común vitis proviene del latín y parece derivar del celta gwid o wid, que significaría “el mejor de los árboles o arbustos”. El epíteto vinifera hace referencia al vino.

Cuando la planta es joven su tallo es liso, pero cuando envejece se vuelve leñoso y tortuoso. Las ramas, cilíndricas, presentan zarcillos opuestos a las hojas, los cuales enroscándose y endureciéndose sirven para asirse y trepar cuando encuentran un soporte. Cuando la planta es adulta, la corteza se desprende tiras. Las hojas, caducas, son palmeadas, lobuladas, algo vellosas, ligeramente dentadas y de color verde intenso o pálido según la variedad, con un largo peciolo que las une al tallo. Las flores son pequeñas, de color verde amarillento, agrupadas en racimos colgantes que dan origen a las denominadas “uvas”. Éstas son de dimensiones, forma y sabor diferentes. Su color varía del amarillo al rojo, negro o púrpura. Pueden presentar o no semillas. Se recogen normalmente a principios del otoño. Las vendimias suelen constituir un acontecimiento con amplias dimensiones de tipo familiar, comunitario y cultural .En general, se distinguen las uvas de vino y las uvas de mesa; estas últimas se pueden consumir frescas o secas. En este caso se les conoce con el nombre de “uvas pasas” o “sultanas”.

La vid requiere ser podada todos los años, así como un tratamiento con sulfatos para evitar la aparición de hongos.

La vid y el vino están ligados a la historia del género humano desde la antigüedad, tanto por sus propiedades medicinales como cosméticas. El mosto, que es el zumo de uva sin fermentar, es diurético y refrescante, abundante en glucosa y recomendable en casos de padecer problemas cardíacos, renales y gota. El aceite extraído de las semillas es dietético. Las hojas eran usadas para tratar problemas de circulación sanguínea, y para ello se recogían durante la primavera. El líquido que mana de la vid en el momento de la poda es útil en caso de erupciones cutáneas y dolores reumáticos. La uva contiene especialmente vitamina C, así como diversos minerales, ácidos y grasas esenciales, proteínas, carotenos y taninos. Venía usada contra el hinchazón del hígado y el bazo y las hemorroides. Tomar un buen racimo de uvas antes de las comidas puede ser útil contra el estreñimiento.

De la vid, del vino, de la viña, de los viñedos, del viñador y de los sarmientos, se habla ya en los textos bíblicos, tanto del Antiguo como del Nuevo Testamento. Es la primera planta cultivada que viene citada en las Sagradas Escrituras. Así, por ejemplo, Noé puede ser considerado como el primer viñador. El vino, juntamente con el pan, ha adquirido un alto significado religioso, especialmente en la Última Cena de Jesucristo.

En el siglo V a.C., los griegos conocían la parte sur de mi país, Italia, con el nomare de “Enotria”, debido a la producción de vinos. De echo eno significa “vino”. Y la Enología es la disciplina que se ocupa del estudio de la obtención de vinos.

El vino tinto, debido a su alto contenido en taninos, es un poderoso antioxidante. De las virtudes del vino blanco, incluso como un excelente diurético, hablaron ya en su día autores clásicos como Teofrasto de Ereso en su Historia plantarum, Marco Porcio Catón o Catón el Viejo en su De Agri cultura, Plinio el Viejo en su Naturalis historia y Quinto Sereno Sammónico en su Liber medicinalis. Todavía hay que tener en cuenta que su uso excesivo es perjudicial para la salud.

En la mitología, la vid se consideraba una planta sagrada, pues era un regalo del dios del vino: Dionisio en la cultura griega y Bacco en la romana. Para obtener una buena vendimia se ofrecían sacrificios a estos dioses.

La importancia económica de la vid es enorme, particularmente para la obtención del vino y de sus derivados tales como el orujo, el vinagre, etc.

Galicia tiene un rico patrimonio vinícola debido a la amplia gama de variedades de uva. Entre sus vinos destacan los del Ribeiro, los de las Rías Baixas, los de la Ribera Sacra, los de Valdeorras y los de Monterrei. Para la producción de vinos blancos se utilizan las uvas: albariño, treixadura, godello, torrontés, caíño blanco, loureira, dona branca, lado, blanco legítimo y palomino. Y para los vinos tintos las uvas: mencía, sousón, caíño tinto, brancellao, merenzao, caíño longo, espadeiro, ferrón, castañal, pedral, mouratón, caíño bravo, garnacha tintoreira y araúxa.

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