Buenos tiempos para los amantes de la lamprea

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photo_camera Lamprea recién pescada.

La lamprea es uno de esos productos que tiene defensores tan fieles como acérrimos detractores. Su aspecto, su textura y singular sabor hace que con este extraño pez no haya medias tintas. 

Hace años vi un documental del "drama" que se había producido en los Grandes Lagos, entre Canadá y Estados Unidos, porque la lamprea había entrado parasitando salmones y se había convertido en una especie invasora que estaba acabando con toda la fauna sin que encontrasen medios para su exterminio. Yo echaba cuentas, pues entonces andaba a 5.000 pesetas la pieza aquí, del buen negocio que sería mandar una cuadrilla de expertos pescadores

LA RECETA

de lamprea y un recetario para que en vez de lamentarse la comieran. Entonces escaseaba la lamprea en Galicia y casi toda la que se comía era de fuera. Por suerte las cosas han cambiado, tanto en el Lago Hurón, donde ya hay menos, como en el Miño y el Ulla, donde hay más.

La temporada que comenzó con el invierno y que se mantiene hasta los primeros días de mayo tiene contentos a los pescadores del Miño y sus primeros afluentes, aquellos a los que el embalse de Frieira no les corta la libre circulación de peces que viajan del río al mar o viceversa. También están contentos los pescadores de lamprea en el Ulla, el otro gran feudo de la lamprea gallega. En general se alegran no solo por la cantidad sino también por el tamaño de los ejemplares que han llegado al río bien alimentados y desarrollados. Por veinte euros se tiene un buen ejemplar. Desde A Guarda hasta Crecente y desde Cesures hasta la presa de Sinde en el Ulla, la lamprea cae en las redes y los butrones que se lanzan desde las pesqueiras ancestrales, en el Tea, donde se practica una singular modalidad desde plataformas de madera que alcanzan hasta la mitad del ancho del río.

La lamprea tiene seguidores incondicionales. En el resto de la población suele causar rechazo. Si comemos con la vista, el aspecto casi de serpiente y su boca redondeada en forma de ventosa no invitan a hincarle el diente. Su hábito vampírico de alimentarse de la sangre de salmones, túnidos, tiburones e incluso delfines, tampoco ayudan. Pero quien la prueba sin prejuicios suele repetir. En esta temporada de pesca, además de venderla en fresco también se congela, para el resto del año, o se ahuma, que no solo es una forma de conservación, es una manera de preparación para luego realizar recetas como la lamprea rellena. Su sabor es fuerte y marida muy bien con un vino tinto que tenga cuerpo y poca o ninguna madera: Valdeorras, Monterrei, Ribeira Sacra, Ribeiro y los tintos del Condado. Abstenerse riojas. 

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