MÚSICA

Niño y Pistola ya han ganado

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photo_camera La historia de Niño y Pistola.

La banda gallega dice adiós, tras caminar siempre en la dirección opuesta a la que han marcado modas y tendencias

El mundo no siempre es justo. Supongo que a estas alturas ya te habrás dado cuenta de ello. No siempre gana el mejor, no siempre llega primero el más rápido, no siempre vence el más fuerte y no siempre el más listo es el que más sabe.

Ley de vida.

Nadie, salvo alguna de esas excepciones naturales capaces de crear genios o cazatalentos, hubiera apostado ni un solo euro a ciegas a que aquellas maquetas, con un genuino sonido casero, pudieran ser el caballo ganador de alguna carrera. Seguramente muchos despistados no perdieron más que un par de minutos en escuchar 'Niño' y 'Qué pistola ni que niño muerto', dos grabaciones amateurs que un tipo de melena y barba, y sus amigos, le habían dado tras algún concierto en La Iguana.

Un nombre desafortunado, aunque acompañado desde el minuto cero por una imagen impecable, como podría parecer NIÑO Y PISTOLA, era un engaño casi infantil que parecía jugar con tu capacidad de atención, con lo real de tu interés por algo desconocido y atractivo de una manera especial y atrayente. Lo sencillo de una manera compleja.

Los gallegos fueron maestros en manejar los tiempos.

Todo empezó como si el 'Revolver' de The Beatles y el 'Tomorrow the Green grass' de The Jayhawks, fuesen los únicos discos que habían escuchado. “Anyway that´s ok” es un apretón de manos en toda regla entre Gary Louris y Paul McCartney.

Aquel debut, bajo el nombre de 'Como un maldito guisante' (Mulberry Records, 2006), seguía riéndose de tu concepto clásico sobre las bandas de rock. Se cargaba la relación nombre-música-imagen a la que estabas acostumbrado, mientras te regalaba melodías hechas canciones. Canciones, que al final es lo que de verdad importa cuando uno pone un disco, había de sobra. Sin ruido, sin electricidad, sin bombo. Solo canciones, como las que había antes, pero con un sabor nuevo.

Como todas las bandas que uno sabe de antemano  serán grandes, esta también necesitaba su transición particular que los entendidos en lo musical bautizaron un día como  “el segundo disco”, ese que según ellos confirmará o desmentirá tu valía. Gran error por su parte.

Niño y Pistola modificó la fórmula. Mejoró la fórmula, una fórmula quizás deslucida en una producción que no hace toda la justicia que las canciones de 'Culebra' (Astro Discos, 2008) merecen. Por suerte, ellos siempre han caminado en la dirección opuesta a las modas y a las tendencias. Suerte que ellos fueron, por una vez,  los primeros en llegar porque sí fueron los más rápidos. 

Volcaron todas las expectativas posibles.

Vuelven a confundirte firmando un disco conceptual, bajo el nombre de 'Arthur and the writers' (Ernie Records, 2010), armándose de todos los instrumentos posibles,  y necesarios, para que nada te recuerde a sus anteriores canciones, pero para que todo te recuerde a sus anteriores canciones. Otra nueva demostración de cómo hacer fácil lo difícil y todo lo contrario a la vez.

Sobreponerse a las dificultades aleatorias que el mundo de la farándula nos tiene preparadas, es una de esas asignaturas pendientes que pocos son capaces de aprobar. Otros pocos, sin embargo, creen tan fervientemente en algo, que son capaces de salir reforzados de cualquier traspiés. Ya sea un cambio de formación o de ciudad o de lo que sea. Siempre salen.

Entonces, un buen día, Arthur se marchó con sus escritores, y ya solo quedaban Niño y Pistola con unos discos de Neil Young y The Band peleándose con aquellos de Louris y McCartney que tantas veces habían escuchado, y así, casi sin quererlo, con una naturalidad y espontaneidad de la que pocos pueden presumir en estos tiempos, Niño y Pistola crean una historia en canciones como solo ellos podrían hacerlo. Con la melodía perfecta, el acorde justo.

Porque 'There´s a man with a gun over there' (Ernie Records, 2013), no solo es un cuento. Es una declaración de intenciones. Es un guiño claro, y sin complejos, sin esconderse, a todas esas bandas que alimentaron a Niño y Pistola durante diez años. Es un disco que ya sonaba a despedida incluso antes de si quiera plantearse un adiós.

Como he dicho antes, eran grandes de antemano, y como tal, decidieron que uno no puede irse sin dejar un legado que sirva de punto de partida para el que llega detrás. Así, por si sus cuatro discos no fueran suficiente herencia, dejan una nueva entrega, el EP 'Bye kid' (Ernie Records, 2015), algo como el postre a su anterior trabajo, la gula después del banquete.

Niño y pistola se van, amigos. Se van como saben hacerlo, dando dos últimos conciertos donde ellos han creído que se debían hacer. La sala Capitol (Santiago DC) y el Café & Pop Torgal (Ourense) – donde todas las entradas llevan vendidas desde hace más de un mes – utilizando dos formatos, acústico y eléctrico. Pasado y presente. Viejo y nuevo.

Niño y Pistola ya han ganado, ya han llegado los primeros, ya han vencido. 

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