Nieta e hija de gallegos, Ana María Gómez no perdona sus veranos en Trives. Su familia materna emigraba hace años a Barcelona y allí su madre conocería a su padre, también de orígenes ourensanos, motivos por los que Ana siempre ha estado muy ligada a Galicia a pesar de nacer a 1.000 kilómetros. Desde pequeña recuerda venir con los abuelos y ahora esa tradición continúa muy presente en el día a día de esta catalana, que no falla a su cita de veranos en Trives junto a sus hijos en busca de desconexión y tranquilidad.
¿Qué es para ti venir cada verano?
Pues forma parte de mi vida, los veranos en Trives, en mi barrio, en el Toral, siempre fueron muy especiales.
¿Cómo ha conseguido que sus hijos sigan tan “enganchados” a esta tierra?
Creo que he tenido mucha suerte, los dos han hecho sus amigos y su pandilla. Desde pequeños iban a los campamentos y tienen un grupo grande de amigos que son de Trives, y al igual que ellos, veraneantes llegados de diferentes partes de la geografía. Hasta tuvieron una época que querían seguir viviendo aquí todo el año.
¿Cómo son sus vacaciones en Trives?
Siempre tienen que ser muy movidas. Es obligatorio ir al Caneiro, ir a la estación de montaña, disfruto de amigos, de familia. Además, tengo tranquilidad. Esto es Trives, un no parar, contando que en el pueblo también tenemos un montón de actividades en verano para disfrutar.
¿Qué le diría a alguien que visita por primera vez Trives?
Vivir Trives consiste en dejarse llevar por el ritmo que marca, por lo que hay ese día. Tan pronto toca carnaval como concierto de piano. Hay que subirse a sitios para ver el cielo, ver las lágrimas de San Lorenzo, sumergirse en sus aguas. Hay un montón de cosas para hacer, vale la pena.
¿Qué destacaría de la gastronomía de la zona?…
Este es el sitio ideal si te gusta comer bien. Hay que venir preparados hasta para engordar. Es gastronomía de proximidad, de calidad y a un precio súper razonable.
