La subida de las temperaturas obliga a instalar equipos de frío para manipularlas sin que se pudran

El cambio climático reduce la producción de castaña y merma su calidad, en Valdeorras

El cambio climático afectó negativamente a la producción de castaña. Así lo estiman las comercializadoras valdeorresas. Afirman que la subida de la temperatura les obligó a instalar sistemas de frío para poder trabajar con un fruto de peor calidad y sin tener garantizada su conservación en las cámaras frigoríficas. “La subida de las temperaturas afecta a la calidad y al tamaño”, comenta la empresaria Miriam Fernández, mientras otro industrial, Francisco Barredo, estimaba en un 50% el descenso de la producción.
“La castaña está pasando una crisis”. El empresario barquense Francisco Barredo fue rotundo al analizar la producción de castaña. No elude realizar una estimación del descenso de la cantidad de fruto vendida por Valdeorras, una de las comarcas con mayor producción en la provincia. “La producción bajó un 50%, o más”, añadió.

Los comercializadores valdeorreses distribuyen unas 5.000 toneladas al año, según las estimaciones realizadas en el programa europeo Leonardo, en el que participó la Fundación Comarcal Valdeorras. La mitad se cosecha en la comarca, procediendo de otras zonas las 2.500 toneladas restantes.

Miriam Fernández, responsable de Castañas Rafael SL, también señala el difícil momento de la producción de castañas en la comarca. Esta industrial de Rubiá va más lejos y expone la que considera como posible causa de este descenso: “Le está afectando el cambio climático”.

A este respecto, explicó que “la castaña pudre enseguida, antes que la fresa”. También que acusa el calor. “La castaña necesita frío. El año pasado, las castañas se pudrían hasta en la cámara frigorífico”, añade. Considera que la temperatura ideal no debe superar los 10 grados y apunta que en la campaña anterior, el mercurio se aproximó a los 20 grados. “Obliga a invertir en sistemas de frío para trabajarlas”, aseguró.

Francisco Barredo es de una opinión similar. “Estos últimos años hizo más calor y llovió a destiempo. Ahora hay que trabajarlas con cámara de frío”. Añade que ahora “la castaña es peor”, aunque también señala la influencia de otros factores, como el abandono de los castaños. “Se trabajan menos los sotos y después no se recogen los frutos”, apuntó, para añadir seguidamente que “llegan en peores condiciones a las naves”.

Dos enfermedades del castaño, el “chancro” y la tinta, también afectan en sus frutos. “La calidad y el tamaño son menores”, indica la responsable de Castañas Rafael SL, que coincide con Francisco Barredo en que un 10% de la fruta entregada por los agricultores en la nave debe desecharse por estar en malas condiciones. A este porcentaje, el empresario barquense añade otra partida muy importante “que va al mercado con defectos no visibles”. Se trata de aquellos frutos que presentan alguna deficiencia que no se puede apreciar antes de abrirla.


“Moita xente xa non recolle a castaña polo seu baixo prezo”

El descenso de la producción afecta principalmente a Valdeorras, pues en zonas como Verín los agricultores apuestan por la repoblación de los sotos. En la comarca valdeorresa sucede todo lo contrario. “Moita xente xa non recolle”, indica Manuel Lorenzo, gerente de la Fundación Comarcal Valdeorras.

Según apunta, en zonas de gran producción como Rubiá o Robledo (Vilamartín), los agricultores dejaron de trabajar los sotos. En parte, debido al descenso de población de los pueblos, aunque considera más importante el bajo precio pagado por la castaña.

Comenta que hace un cuarto de siglo, el kilo se pagaba a 130 pesetas (78 céntimos de euro), un precio muy similar a los 80 céntimos que se pagan actualmente. “En Rubiá, a producción baixou en picado e se estivese ben pagada, aparecería xente para traballala”, dice Manuel Lorenzo.

También apunta que el coste de los tratamientos para los árboles aumentó considerablemente, cuando “antes non tiñan gastos. Só se araban e podaban”.

El gerente comarcal coincide con los empresarios en señalar la dificultad que supone competir con los empleos del sector de la pizarra.

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