A TRIBUNA

El mundo de la ciencia no está vetado a la mujer

María Teresa Álvarez es la tercera por la derecha.
photo_camera María Teresa Álvarez es la tercera por la derecha.

En la actualidad ostenta el cargo de inspectora superior de la Organización Internacional de Energía Atómica (OIEA), Naciones Unidas, y coordina el trabajo de los inspectores que viajan por todo el mundo para verificar que las instalaciones nucleares no se desvíen de los usos pacíficos. El Comité del Nobel noruego se decantó por este organismo, entre otros 198 candidatos al premio, justificando su decisión en “los esfuerzos que realizó para impedir qu ella energía nuclear se utilice con fines militares y por garantizar que la que se emplea con fines pacíficos, sea lo más segura posible”. Destacando que “en un momento en que la amenaza de las armas nucleares está aumentando nuevamente, el Comité noruego quiere subrayar que esta amenaza debe enfrentarse mediante la cooperación internacional. Este principio encuentra hoy su expresión más clara en la labor de la OIEA”.

María Teresa Álvarez Diéguez, natural de O Barco, se licenció en Químicas (1991 y Máster en Energía Nuclear (1992) por la Universidad Autónoma de Madrid. Siempre en el campo de la energía nuclear, su primer empleo en 1993 fue de investigadora científica en el Centro de Investigaciones Energéticas, Medioambientales y Tecnológicas (CIEMAT), en Madrid. De 1994 a 1996 forma parte de un proyecto relacionado con el comportamiento del combustible nuclear durante su irradiación en las centrales nucleares. Este proyecto la llevó a un pueblo de Noruega, al sur de Oslo, Halden, para continuar con las investigaciones en un reactor dedicado a mejorar la seguridad de las centrales nucleares. Regresa al CIEMAT en 1996 hasta 1999,  en que se incorpora al Organismo Internacional de Energía Atómica (OIEA) con sede en Viena (Austria), concretamente en el Departamento de Salvaguardias, encargado de verificar que los países cumplen con sus Tratados de No Proliferación de Armas Nucleares y detectar el uso indebido de materiales o tecnologías para fines no pacíficos. Ha participado en reuniones técnicas oficiales en diversos países miembros, sobre todo en Hispanoamérica, representando al organismo internacional en el que continúa su carrera ascendente.

A pesar de su alta responsabilidad, viaja con frecuencia a O Barco, donde residen su madre y un hermano, así como las mismas amigas de su niñez, que la describen como “inteligente, buena estudiante, buena compañera, tímida, generosa, de trato agradable, en absoluto presuntuosa y muy preocupada por el futuro de las naciones y las generaciones venideras”.

María Teresa es un claro ejemplo de que la mujer puede llegar hasta donde se lo proponga, en dura competencia con el hombre, hasta hace poco privilegiado en el mundo laboral y sobre todo en el de la ciencia. Dado que hoy se celebra el “Día Internacional de la Mujer y la Niña en la Ciencia, quiere enviar un mensaje a las niñas y jóvenes gallegas: “Que estudien lo que realmente les gusta, independientemente del sexo; y, si les gusta la ciencia ¡adelante! ¿Por qué ciencia?: porque es la baes de la mayoría de las cosas que hacemos o utilizamos habitualmente en el día a día. Y porque las mujeres podemos hacer lo que nos propongamos”. Lo dice una mujer que quiso hacer psiquiatría y se encontró, sin quererlo, con la ciencia y la hizo suya. Todo un ejemplo de coraje y superación.

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