Los patos del Sil tienen a su ángel de la guarda

photo_camera Antonio Dosouto tiene un gallinero que linda con la senda que comunica el área recreativa del Salgueiral, en O Barco, con Viloira. Da de comer todos los días a los patos del río Sil, que salen a recibirlo por la mañana. Entre ellos puede verse desde hace días un ejemplar de una raza nueva en la zona. El ave no se asusta de las personas pero sí de los animales. Este vecino de Viloira tiene miedo de que le pueda pasar algo pues en los últimos días robaron varios patos y ovejas en fincas próximas.

Los patos del tramo barquense del Sil tienen una cita todos los días. Se les puede ver de mañana en la orilla izquierda, donde Toño Dosouto les deja comida. Van incluso los recién llegados, alguno de ellos de una raza nunca antes vista en el río.

Los muchos patos que pueblan el Sil en el tramo de O Barco de Valdeorras tienen un amigo en Toño Dosouto. Este barquense posee un gallinero en la orilla izquierda, en Viloira, y todos los días emplea parte de la mañana en alimentar a sus aves, una comida que comparte con los palmípedos que nadan en el río. Son testigos de su gesto quienes recorren la senda que comunica el área recreativa del Salgueiral con el arenal, pues pueden contemplarlos cuando acuden en masa a la cita.

La relación no es nueva. Este vecino de Viloira se ocupó de alimentar a la colonia de patos del Sil en tiempos difíciles, cuando la furia del río, con sus crecidas y desbordamientos, les complicó la búsqueda de comida a las aves. Esos días, su labor es, si cabe, más meritoria.

En las últimas fechas, un ejemplar de una raza hasta ahora nunca vista en el río se sumó a esta colonia.  “Me viene a esperar todos los días”, comentó Dosouto. Nadie sabe cómo llegó al río este ejemplar de pato criollo o bragado Cairina moschata, según apuntaron fuentes consultadas, que también mostraron su estrañeza de encontrar en O Barco una raza originaria de América Latina.

El nuevo palmípedo, pronto se sumó al grupo, pero su amigo humano teme que alguien le pueda causar algún daño. El ave tiene miedo de las mascotas pero no se asusta de las personas, que pasan a su lado sin que escape. ”No se asusta de la gente”, comenta Dosouto. Esta circunstancia fue comprobada por Diana Urdangaray, la edil de Medio Ambiente barquense, que observó que el ave no escapaba cuando procedieron a la retirada de basura del río, el 26 de noviembre.

La mansedumbre puede suponer un serio peligro para un animal que habita en una zona donde los vecinos apuntan que en los últimos días fueron robados varios patos viejos que un vecino de Viloira criaba en su finca o en la que robaron tres ovejas preñadas. Eso sí, a estas, los ladrones las mataron y abrieron en canal antes de llevárselas.

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