Las ruinas amenazan el futuro de Vilamartín

Un bando invita a rehabilitar o derribar las casas en ruinas para captar habitantes para el rural

Un bando invita a los vilamartinese que posean casas en mal estado a rehabilitarlas, o en su caso, proceder a su derribo. El texto  que firma el alcalde recuerda la "obriga de conservar en bo estado os inmobles", buscando convencer a la población de que esta es la única vía para que las aldeas ganen habitantes y las propiedades se revaloricen.

La tarea no es sencilla, como recordó ayer el alcalde, Enrique Álvarez Barreiro. Explicó que el propitario de muchos de estos inmuebles en ruinas es desconocido o, si se conoce, no se da por enterado, existiendo un sinfín de problemas para verificar la titularidad de la propiedad. "A xente sabe que a vivenda ten dono e este se fai o avión", explicó.

A modo de ejemplo, el regidor explicó que en los últimos días el Concello hubo de intervenir ante el peligro que una construcción suponía para los vecinos de Correxais, después de que se hundiese la cubierta. Aunque en el pueblo indicaron a quien pertenecía el inmueble ruinoso, su propietario no dio señales de vida, debiendo tramitar la declaración de ruina los técnicos. Al final, las arcas municipales tuvieron que asumir el coste de la eliminación del peligro, al no ser posible su derribo. La casa problemática está ubicada en un pueblo, cuya arquitectura rural -al igual que sucede en Robledo y Cernego- está protegida por la Dirección Xeral de Patrimonio, que no permitió su derribo. "Os pobos enteiros están catalogados", explicó el alcalde.

"Moita xente marchou dos pobos e estes se caen a trozos. O Concello debe actuar sin ter a quen pasarlle a factura. É un problema moi grave", dijo. "Se a casa valese 100.000 euros sería distinto", añadió. Sin embargo, el precio de las propiedades en ruinas es mínimo, por lo que continúan deteriorándose.

La nota que el Concello repartió por los pueblos pretende convencer a la población de las aldeas que la situación puede cambiar. La crisis sanitaria del covid-19 llevó a muchos habitantes de las ciudades a buscar un refugio en el rural y Vilamartín no es una excepción. "Hai xente que quere comprar no pobo. Hai un pouco de movemento", aseguró Enrique Álvarez. Sin embargo, a la hora de buscar una vivienda, los interesados se inclinan por aquellas aldeas que están bien conservadas.

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