Arte moderno en movimiento

“El mundo de la danza es un mundo complicado, pero cada día soy feliz. Y eso es lo importante”

Desde que Sofía Fernández descubrió el mundo de la danza, nunca más se separó de el. Tanto es así, que recibió una beca de la Comisión Fulbright que la ha llevado a Nueva York para formarse en danza moderna, una disciplina que aún no cuenta con la suficiente fuerza a nivel autonómico y estatal. Siente la danza como una forma de vida que le hace feliz. Muy feliz. Y eso, pese a todo el sacrificio que conlleva, es lo más importante.

Ahora la danza es una parte intrínseca de su vida, pero ¿cómo comenzó todo?

Para contestar tengo que partir del hecho de que soy hija única y me aburría mucho (risas). Mis padres, para ocupar mi tiempo, me apuntaron a muchas actividades: desde baile gallego a tocar el piano, el acordeón hasta las clases de inglés o la hípica. Y, por supuesto, el ballet en la Escuela de Danza Coppelia, que fue lo único que nunca dejé. Ni siquiera cuando me fui a Madrid a estudiar. Hice un parón de un año, pero tuve que volver a la danza. Era como si algo me faltara.

¿Cómo fue formarse en Madrid?

Ahí, cuando comencé a cursar mis estudios de Psicología, también empecé de forma más profesional a formarme en el mundo de la danza. En Ourense no hay conservatorio, solo escuelas de danza. En ambos lugares me formé en danza clásica, pero fue en Madrid cuando comencé a dar mis primeros pasos en danza contemporánea. 
En tercero de carrera, descubrí que había un curso intensivo de danza moderna en Roma y, a mí que me gusta mucho leer, sobre todo de la historia de la danza, vi que esa formación era de técnica Graham.

Un inciso, ¿en qué cosiste este tipo de danza?

Es una danza que se originó en Nueva York alrededor de los años 30. Es la única técnica de danza moderna que tiene un lenguaje codificado para expresar todo el abanico de las emociones humanas. Se basa en los principios de la contracción y la relajación.

Me decía que se interesó por esta formación en Roma.

Sí. Y me dieron una beca para ir allí durante dos semanas. Fue cuando descubrí la técnica Graham y que era lo que más me gustaba. Las danzas modernas surgieron como en oposición a las clásicas; no era contemporáneo, mucho más fluido y que yo no tengo, es más fluida, pero también más organizada. Que es la base de la danza clásica que es lo que yo tengo.
Y a partir de ahí comencé también a estudiar la técnica Limón, que enfatiza la claridad y sencillez en la ejecución de un movimiento. Elimina el esfuerzo extremo y cualquier tensión innecesaria que pueda interferir con la intención original del movimiento.
Y la técnica Horton, que busca alargar, fortalecer y crear una fuerte resistencia física en el cuerpo humano, como preparación para convertirse en un instrumento para la danza expresiva.

Una clase magistral de técnicas de danza en pocos minutos.

(Risas). Son nombres que vienen dados de las personas que las desarrollaron: Lester Horton, José Limón y Martha Graham. Es que me interesa mucho leer sobre la historia de la danza…

Ahí empezó con la danza moderna. Y se fue con una beca a Nueva York.

Fue gracias a una beca de la Comisión Fulbright, la solicité y tuve la suerte de que fui aceptada. Me atrae mucho la idea de traer la danza moderna a Galicia y España, aquí, como en el resto de Europa, tenemos una tradición de danza clásica.

¿Recuerda ese momento en que vio que su solicitud había sido aceptada?

Como si fuera ayer. Estaba caminando por Santiago, hacia casa. Es un momento que tengo grabado porque ese mail me cambió la vida.

¿Cuánto tiempo lleva en Nueva York?

La beca de un año finalizó, pero ahora estoy haciendo un nuevo curso.

¿Cómo fue tu día a día en una ciudad como Nueva York?

Muy muy diferente. Y muy estresante. Nunca te aburres, hay mil cosas por hacer. Mucha cultura. Y también mucha urgencia por hacer cosas. Con todo, intento que esa vorágine del día a día no me absorba. Llevar una vida “local”, con mi gente, tomándome mi tiempo para hacer mis cosas… la vida más “española”. Voy a bailar, doy mis paseos, estoy con mi gente, intento crear… 

Seguro que echa de menos muchas cosas allí.

A mi familia, a mis amigas. Y en cosas materiales, las persianas (risas). Es que no existen. Bueno, y el pan, el aceite de oliva, un buen café... Las librerías con ejemplares en español. Es una manera de descubrir que autores se leen en la emigración.

Va a estar un mes por Allariz, ¿qué le llevará de vuelta a sus amigos de allí?

¡Almendrados! (risas)

Volviendo a la danza, aquí todavía falta una formación más reglada. 

Falta promoción cultural, inversión en las artes. En general. A nivel nacional y gallego. Y falta la danza como algo accesible. Las clases son caras, desplazarte para asistir a ellas, es caro… y hablo de danza, música, teatro… Existen iniciativas privadas, y gente que trabaja mucho por la cultura, pequeñas propuestas en el entorno rural muy interesantes y buenas… pero es complicado. En definitiva, hace falta inversión en promocionar las artes. Y también compromiso para su fomento.

¿Cree que la danza se asocia a cierto estatus social y, en cierto modo, le perjudica?

No perjudica tanto el estereotipo, que lo hay, como la realidad en sí misma. Pero eso no quiere decir que lo sea. Hay que romper ya esa visión de la danza. Y no todo es clásica. El movimiento no tiene que venir de una formación reglada, hay formas de búsqueda e investigación a través de la expresión corporal. Pero la falta de esa promoción y ayudas de las que hablamos, hace que se vea como algo más cerrado.

¿Qué le aporta la danza?

Es un arte puro, como las artes en general. Yo me siento muy yo. Es una forma de expresión primitiva. Tan solo necesitas tu cuerpo para transmitir. No hay nada más allá. No necesitas un instrumento, un papel, un lienzo… no necesitas ni música. Es maravilloso poder expresarte así. A mí me aporta paz. Es parte de mi vida. Aunque ahora pare y no me dedique a ello. Estará siempre ahí.

¿Y qué beneficios diría que aporta a quien la practica?

Yo practico danza a nivel profesional, lo que aporta unos beneficios que no son los mismos que si son de forma ocasional. Date cuenta que son muchas horas al día las que yo la practico… ¡y es cansado! Pero ante todo diría que te reporta que tu cuerpo está a tu servicio. Yo ordeno a mi cuerpo a hacer cosas, “somos atletas de Dios”, como decía Martha Graham, porque eres un atleta, una persona que lleva a cabo movimientos que no son posibles si tú no sometes a tu cuerpo a ese nivel de exigencia.

Si hablamos de futuro, ¿qué planes tiene?

Voy a realizar una residencia artística en el mes de agosto en casa de Nuria Sotelo. También tengo prevista una performance comisariada por la Galería Solaina en el Museo Interactivo de Historia de Lugo. Y luego ya me vuelvo a Nueva York a acabar mis estudios. Y bailar, aprender… y hacer lo que pueda por la cultura y la danza. Es un mundo complicado, pero cada día soy feliz.

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