Anarquía y academia en cada obra

Solo necesitaba su tiempo para que fluyese dando lo mejor de sí. Tiempo y formación. Un aprendizaje que él considera esencial para sacar el máximo provecho de un don. Inconformista, perfeccionista y muy exigente consigo mismo, busca expresarse y conseguir un equilibrio entre la anarquía a la hora de pintar y la academia. Sus próximos pasos se encaminan hacia la comunicación gráfica. Y siempre con la sensación de estar empezando. Porque tal y como él mismo dice, “si algún día pierdo esa sensación, pararé. Significaría que mi ego me ha comido”. Perfil Foto: Miguel Ángel Nombre Jaime González Atehortúa Lugar y fecha de nacimiento Colombia, 26/06/1991 Profesión Pintor y profesor de pintura Reside en Allariz, pero sus orígenes nos llevan al otro lado del charco. A Colombia. Llegué a Allariz después de que mi madre conociese a su pareja en Colombia. Primero vino ella y, un año después, con 13 años, me trajeron a mí y a mi hermana. Al principio fue duro, con muchos contrastes, pero la gente me tendió la mano y me defino como un gallego de pro, orgulloso de ser alaricano y vivir en el rura. Es un estímulo para la inspiración. ¿De aquellas ya tenía relación con la pintura? Mi abuela materna estaba siempre dibujando, era modista y siempre tenía en la mano papel y lápiz. Más bien, te puedo decir que a toda mi familia se le daba bien el dibujo. Y yo también practicaba. No es que fuese un niño que estuviese horas y horas pintando, sino que era más bien un hobby. Y desde mi punto de vista, empecé tarde. Pero una vez que empezó, ya no dejó de formarse y ponerlo en práctica. En la Escuela Antón Faílde es donde te diría que comencé a sentir el gusanillo por el dibujo y la pintura y el retrato en general. Luego estuve durante cinco años en Madrid formándome en diferentes academias y centros, y descubrí al artista Borja Buces formado con grandes artistas. En estos años descubrí la pintura de una forma más académica, y también seguí desarrollando por mi cuenta e investigando. En mi vida no ha sido todo formación académica, ha sido más bien dispersa, absorbiendo de un lado y otro. En la exposición en A Paneira, Allariz. ¿Qué le ha aportado el paso por centros de formación de pintura? Ahora está muy de moda decir que uno es autodidacta. Pero en pintura no puedes ser al 100% autodidacta. En nada de esta vida, más bien, puedes alcanzar el máximo nivel tan solo por ti mismo. ¿Qué representa para usted la pintura? Expresarme. Es un lenguaje, una manera de dejar algo de huella. De mi huella. ¿A la hora de pintar es metódico o más bien se deja llevar por las musas? Siempre fui muy anárquico a la hora de pintar. Con la escuela, a medida que iba aprendiendo, me he ido volviendo más “serio”. Entendí que esa forma tan poco “organizada” no funcionaba. En Madrid, con Borja Buces, aprendí mucho de academismo. Él no pinta con ese estilo, pero me enseñó así porque yo quería asentar las bases de la pintura. Todo el tiempo que estuve con él me inculcó esa obsesión de no fallar ni un valor tonal. Lo cual exige mucha disciplina, ser muy metódico. Mucho. Te pondría casos de gente que se decanta por estudiar Bellas Artes o entrar en una academia porque piensa que es algo fácil, divertido, bohemio… nada más lejos de la realidad. En cuanto ven que no es llegar y dejarse llevar por lo que te sale, esa liberación, sino que hay unas bases a seguir, disciplina… algunos lo acaban dejando. Pintar requiere una lucha continua contra ti mismo y eso genera mucha ansiedad. ¿Qué opina de las nuevas corrientes artísticas? Personalmente, y sin tener nada en contra, me molesta la pintura que nace como de la ignorancia. Es rechazar absolutamente todo lo que está definido por la academia. Es como una evolución del dadaísmo, pero esta corriente tenía un objetivo más político. Actualmente creo que se están formando dos escuelas, no por la evolución del arte, sino por el mercado del arte. Y esto pasa factura con la presencia de gente muy mediocre pintando y que crítica a alguien que es más académico porque está estudiando la pintura. Porque supuestamente eso no es artístico, o que aprender mucho es “antiarte”. Y eso es un problema de marketing derivado de gente como Van Gogh, que sin formación estrictamente definida, sí que tenía un hermano que era marchante de arte y había un vínculo con ella, o de Picasso o Frances Bacon, que dejaron sus escuelas de arte porque no tenían nada que aprender. Pero Van Gogh, Picasso o Bacon, solo hay uno. Además se pasaban el día pintando en casa. Cosa que ahora es imposible de poder hacer. Con una amiga, Jennifer Novoa ante su exposición. No sé si preguntarle sobre las ferias de arte modernas y algunas de las piezas expuestas que siempre generan controversia. Un ejemplo que me viene a la cabeza, es una obra que era un plátano pegado a la pared. En ese caso, para mí, fue incluso mejor el que vino y se comió el plátano (risas). Creo que tenemos que dejar de lado tanta mediocridad. Y yo no tengo nada en contra del arte moderno, me encanta, siempre y cuando esté bien, exprese un lenguaje. Que no haga falta acompañarlo de palabras ni explicarlo para que llegue a la gente. Ahora todo es provocación. Y en muchos casos, lo definiría como vagancia. Somos una sociedad de vagos. Que no digo que el concepto no esté bien, y esté muy desarrollado. Pero definirlo como arte… ¿Cómo definiría su línea de pintura? Ahora no hay corrientes fijas como antaño. Si tengo que quedarme con algo, sería con el impresionismo. Una línea que, con el cubismo, seguramente fueron los que más me influenciaron. Y el academismo. Entiendo la pintura como algo académico, aunque luego no la ejecute siguiendo exactamente esos parámetros. Ahora mismo, ¿en qué punto se encuentra? Podría decirte que llevo un tiempo en crisis. No me gusta absolutamente nada de lo que hago. Sé pintar. Lo hago bien. Pero no siento que tenga un lenguaje propio. Necesito compaginar la anarquía y el academismo porque ninguno de los dos extremos me parecen óptimos. Encontrar el equilibrio que me haga sentir que he encontrado lo que busco expresar. Y juzgar menos lo que estoy haciendo. Algunas de sus obras. Con la venia 1. Un pintor o pintora. Elegiría uno por cada época. Pero, por quedarme con alguno, Sorolla y Jenny Saville. 2. Un cuadro que le guste especialmente. “La mujer barbuda”, de José de Rivera. 3. Un color. Azul cerúleo. 4. Un estilo pictórico. El postimpresionismo. 5. En su casa suena… Erik Satie. 6. Un recuerdo de su niñez. Montar a caballo en Colombia. 7. Una afición. La batería. 8. Cuando se mira al espejo, ve… Ansiedad. 9. De pequeño quería ser… No lo recuerdo. Creo que de niño nunca tuve ese “deseo” de tener una profesión en concreto. 10. Una manía. Muchas. Los malos olores. 11. Una virtud. Gran amigo. 12. Un defecto. Muchos. Mal amigo. 13. Un vicio confesable. Muchos. Tantos que me cuesta decirte solo uno. 14. Pierde la calma con… El postmodernismo. 15. Recobra la calma perdida con… Meditar, respirar, tocar algo de música… 16. Un sueño. Tranquilidad.