Hace ya varios meses que en este mismo periódico se publicó la noticia de que alumnos de último curso del Grado en Medicina llevarían a cabo sus prácticas en el Complexo Hospitalario Universitario de nuestra ciudad. Pues bien, así ha ocurrido. Pacientes y acompañantes habrán tenido la oportunidad de vernos yendo y viniendo, inseguros unas veces, decididos otras, por el hospital del Cristal o el de Piñor, los Centros de Salud, las Unidades de Salud Mental o el Centro de Especialidades y el Punto de Atención Continuada. Nosotros hemos percibido también sus miradas entre curiosas y suspicaces, e incluso algunas buscando nuestra complicidad, las más inesperadas y para muchos, nuestras preferidas. Pero de cualquier forma, la respuesta fue la mayoría de las veces respetuosa y amable, facilitando nuestra formación.
Por ello estamos agradecidos, y aprovechamos ahora también para llamar su atención sobre algo que puede pasar más desapercibido a veces: si estamos ahí, es probablemente gracias al médico, adjunto o residente, con el que vamos, o personal de enfermería si se da el caso. Ellos nos han ayudado, nos han corregido y enseñado, y fueron para nosotros un estímulo. Sepan que no les ha sido tan sencillo como se pueda creer, y no siempre han obtenido la ayuda y el reconocimiento que merecen. Algunos lo hacen por nosotros, otros por ustedes, otros por vocación, pero el resultado es que nos han ofrecido su tiempo y parte de sus conocimientos incluso fuera de horario laboral o, aunque no se les ajuste el término, desde la jubilación. Y casi sin excepción lo han hecho tratándonos como a iguales, como compañeros, pese a no poseer todavía el título que estamos a punto de recibir.
Gracias a ustedes por permitirnos atenderlos, gracias y con muchísimo cariño a ellos por su cercanía y su empeño.