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"Cementerio de animales"

Un instante de la película Cementerio de animales.
photo_camera Un instante de la película Cementerio de animales.

Bien ambientada, correctamente interpretada y muy entretenida

Bajo la denominación de origen “Basada en una obra de Stephen King” se agolpan cada año un buen puñado de series y películas. Algunas son muy apreciables, títulos que llegan enseguida a la mente como “Cadena Perpetua”, “El resplandor”, “Misery” o la reciente “It”. En cambio otras protagonizan sonoros descalabros en su tránsito del papel a la pantalla. El último y uno de los más rotundos, ‘hype’ mediante, fue la adaptación de “La Torre Oscura” protagonizada por Idris Elba y Matthew McConaughey.A medio camino de unos y de otros, entre el triunfo y el traspié, es ahí donde se queda la nueva versión de “Cementerio de animales”, un filme que se presenta realmente paradójico en su recepción, ya que se trata de un relato que resulta tan típico y convencional como condenadamente entretenido.

Con algunas variaciones importantes respecto a la obra original, que los inmisericordes tráileres ya se han encargado de reventar, Dennis Widmyer y Kevin Kölsch logran esa irrelevante cuadratura del círculo con esta historia sobre una familia que, por caprichos del destino -que es casi siempre así de perro (gato, en este caso) en el universo King- intentan reiniciar sus vidas instalando su nuevo hogar a tan solo unos metros de un viejo cementerio indio. Amigos, Google Maps hay que mirarlo antes.

Bien ambientada, correctamente interpretada, pero siempre asida a los lugares comunes del género, el nuevo “Cementerio de Animales” transita por caminos tenebrosos pero a la larga demasiado seguros hasta el punto de contar con más argumentos para despertar alguna simpática carcajada en sus pasajes más heterodoxos -el gato, la niña o los coqueteos con el gore- que para infundir verdadero terror.

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