La Navidad es pasado. El descontrol a la hora de las celebraciones familiares ha traído una nueva amenaza de confinamiento y con ella la paralización, una vez más, del deporte más cercano, el autonómico.
Otra vez los niños a casa, otra vez los deportistas que más aman este deporte sin poder practicar su modalidad deportiva salvo en grupos de cuatro y sin partidos oficiales y otra vez, la enésima, los clubes locales en una situación que hace muy difícil que los jóvenes mantengan la ilusión.
Hace unas semanas escuché en una conversación aleatoria a una pareja que se lamentaba de lo complicado que estaba siendo que su hijo volviese a la práctica deportiva tras casi un año parado, que prefería más el móvil, el tablet y quedarse en casa. Las consecuencias de la pandemia
Es evidente que en situaciones como la actual el deporte puede pasar a un segundo plano, incluso el nacional, pero quizá habría que buscar una alternativa a nivel global, como sucede con otros países, para que los jóvenes y no tan jóvenes sigan practicando deporte.