Opinión

Políticos de proximidad

Del mismo modo que los aprendices de porteros de fútbol aprenden desde su más tierna infancia que los balones que les llegan hay que despejarlos a los laterales y no al centro –donde lo más probable es encontrar al delantero contrario con el arma cargada para reventar las redes de un balonazo- los periodistas aprendemos desde nuestros primeros compases profesionales a saber que la proximidad es un factor de verdadera trascendencia a la hora de plantear los temas interesantes. En las aulas le enseñan a uno que la información gana en interés cuanto más cerca está del receptor el foco informativo, y tenía yo un profesor que me aseguraba que tenía  más fuerza expresiva mi vecina del quinto que el escándalo de Watergate, en dependencia del lugar donde el inicio de la noticia se planteaba.

Estos cálculos son ciertos y en este caótico batiburrillo de consultas electorales que nos asoman por el horizonte sospecho que no sería aventurado asegurar que las elecciones municipales estarían en el primer grado de trascendencia, luego lo serían las autonómicas y en tercer lugar las de Europa. Como lo sabe el elector, lo saben también los gabinetes de asesoramiento de los partidos políticos, y los propios candidatos. Por eso, el mensaje cambia en dependencia de la consulta que toque, y en función de qué clase de papeletas van a ir a parar en según qué urnas.

He visto candidatos a alcaldías que ni siquiera colocan en sus carteles electorales el partido al que representan porque sospechan que su propio nombre vende más que el de la formación en la que están encuadrados. Es muy posible que se sientan más fuertes en su demarcación que el propio partido al que pertenecen, sobre todo si el partido está en horas problemáticas. Y es que, es cierto, el alcalde es rey en su ámbito, y si no ha cometido ningún disparate en su gestión o, por ejemplo, no ha metido los dedos en la caja, consolidará su situación y seguirá ganando. Desde el poder todo es más fácil.

Existe sin embargo un motivo de reflexión que no debería escapárseles. Los alcaldes son alcaldes por sí mismos, por su propio encanto, por su proximidad, por su inmediatez, por ser uno entre pares. Pero han disfrutado de la estructura que otorga un partido y defienden además su manera de gobernar. En el equilibrio está la cuestión. En el equilibrio están depositadas muchas buenas cosas.

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