Corría el año 1930 cuando la Tienda Tradicional Barra de Miño abrió sus puertas. Ahora, 90 años después, tras pasar por muchos momentos importantes de la historia, se vuelve indispensable con la crisis del coronavirus. A los vecinos de Barra, en Coles, no les falta de nada con su servicio. "Algo más de gente hay, pero es la habitual", cuenta Francisco Fernández, hijo de la titular de este ultramarinos, Ofelia Lozano.
Los mayores son los más beneficiados con su actividad, ya que disponen de entrega a domicilio. "Con lo que más estamos trabajando es con las envíos a domicilio que nos hace la gente mayor", explica Fernández. En un horario de tarde, de 16,00 a 20,00 horas, atienden todos esos pedidos: "Llaman para encargar lo que necesitan y, en cuanto podemos, ya se lo enviamos", señala Fernández.
La población de Barra aumentó con el confinamiento gracias a los vecinos que ocupan sus segundas viviendas. "Los que pasaban aquí el fin de semana se instalaron todos los días", indica Fernández. Todo lo que está provocando el coronavirus puede traer algo positivo: "Se le da más valor al pueblo. Muchos se plantearán tener una segunda vivienda en buen estado una vez que esto pase", señala.
Aunque la rentabilidad de mantener un ultramarinos es "poca", lo hacen para resistir. "El negocio es de toda la vida, siempre continuó por el pueblo, para mantener el rural. Si cierran todos los negocios que hay en él, se muere", comenta. En esta situación excepcional siguen al pie del cañón para ayudar a los vecinos en lo que precisen.