No hay información oficial. Esa es la política de este Gobierno, satisfecha a rajatabla por el delegado en Galicia, Samuel Juárez. La idea que si no se informa de los delitos, los ciudadanos no se enteran y los políticos pueden dormir tranquilos y, una vez despiertos, cocinar los datos oficiales a su antojo. Esa es la política, pero la realidad es que la ciudad de Ourense está sufriendo desde el comienzo del verano una alarmante oleada de robos. En pleno centro, en plena tarde. Se sabe cómo se cometen, incluso cuándo, pero los ladrones se pasean impunes. Llaman al telefonillo, comprueban que no hay nadie. Hacen su trabajo y se van. Tranquilamente. El sábado, siete pisos asaltados de una tacada. Desde finales de junio, a pesar de la ley del silencio impuesta por el Ministerio de Interior, han trascendido al menos cuarenta robos. Pronto será sábado otra vez. ¿Nadie va a hacer nada?
