Opinión

Jartum, ciudad de muerte y destrucción

Si uno llega a los cielos de Jartum (capital de Sudán del Norte), en un vuelo procedente de Abdis Abeba(Etiopía), desde el aire el espectáculo que ofrece la capital sudanesa es de una belleza tranquila y espectacular. Casi paradisíaca. En esa ciudad se mezclan los cauces de dos ríos, por una parte, el llamado Nilo blanco que viene de Etiopía y por la otra el Nilo azul que corre desde Uganda. La mezcla de los dos corrientes, reunidas en una engendran un cauce más acaudalado y los dos ríos pierden sus apellidos de colores, blanco y azul, para seguir discurriendo hacia Egipto con un solo nombre: Nilo. El río más famoso de la antigüedad ligado a las dinastías faraónicas.

Jartum situada sobre una geografía, en principio idílica, en la actualidad es la ciudad más violenta del planeta tierra. Lleva unas semanas asediada por sus propias fuerzas armadas y por sus calles y plazas desfilan permanentemente los disparos y como consecuencia los muertos. Reina una barbarie metódica. Por eso todo el mundo quiere abandonar Jartum y Sudán. La única esperanza de sobrevivir es la huida. Las dramáticas imágenes que hemos visto hace unos días son el testimonio irrefutable de que la situación en Sudán no ofrece esperanzas de mejora sino todo lo contrario, las violencias crecen y la degradación se multiplica. Hemos visto como los diplomáticos, algunos misioneros y residentes habituales huían hacia aviones salvadores que les llevaran fuera de la capital. Hay reseñar que la huida de fue mucho más ordenada y menos caótica que lo que fue la huida de Kabul. Las fuerzas que acudieron las rescate tanto de Estados Unidos como de Francia y España operaron con una eficaz profesionalidad. No esta sucediendo lo mismo con los que abandonan Jartum por carreteras y caminos en dirección a los países limítrofes.

Toda esta desolación es el fruto y la consecuencia de la guerra que estalló el pasado día 15 de abril entre el ejercito regular mandado por el general Abbdel Fattah Abdelrahnan Al-Bourhane y las fuerzas paramilitares de apoyo rápido (FSR) del general Mohammed Hamdan Daglo, más conocido por el sobrenombre de “Hermetti”. Este general que encabeza una rebelión militar se ha dirigido a la comunidad internacional pidiendo apoyo para su causa frente a su rival Abdel Fattah argumentando que es: “un islamista radical que bombardea a la población civil desde el aire.”

Ambos generales piensan que el poder depende de los disparos de sus fusiles y sus pistolas e ignoran los llamamientos a la paz y al dialogo que les llegan desde las Naciones Unidas o la Unión Africana así como desde Washington, el Cairo o Londres. En ocasiones declaran ocasionales alto el fuego que duran apenas unas horas. Sudán es un enorme tablero de ajedrez donde conviven 597 tribus que se entienden en 400 lenguas y dialectos diferentes. Un verdadero rompe cabezas, difícil de armonizar.

Después de la precipitada fuga de sus habitantes, Jartum es una ciudad vacía, los comercios han cerrado sus puertas y solo la habitan los combates. Las balas pueden salir de cualquier esquina y cualquier venta, los cadáveres en ocasiones quedan tendidos en la calle, sin que nadie los cuente o les de sepultura. Para reemplazar a los que se marchan precipitadamente, desde otras zonas del país llegan soldados y milicianos que se reparten por la ciudad, incluso por los barrios que se consideran tranquilos. Los estudiantes de la universidad de Jartum se refugiaron varias horas en la biblioteca para liberarse del furioso asalto de grupos de soldados del ejército regular. Los que permanecen en la ciudad sobreviven racionando la comida y llenando bidones de agua en las fuentes públicas aprovechando los escasos silencios de los fusiles. En los refrigeradores falta la electricidad para conservar alimentos, muchos productos se pudren, víctimas de las sofocantes temperaturas. En las esquinas de las calles los hombres se juntan para analizar y discutir sobre la situación, mientras escuchan los permanentes disparos que suenan sin descanso. La gran mayoría de los ciudadanos tiene las cosas claras, ninguno de los dos generales les representa, ni les representará jamás. Normalmente, al atardecer, los vecinos que quedan se encuentran para compartir la comida, según las ancestrales costumbres de Sudán.

Ninguno de los dos generales enfrentados controla a los soldados que le siguen. Muchas tiendas han sido saqueadas por las milicias y los soldados que patrullan por barrios residenciales irrumpen en los domicilios sembrando el terror, cuando no la muerte. Estos hechos confirman que ninguno de los dos generales controla sus tropas.

Desde que empezaron los combates el pasado día 15 de abril, varios hospitales han ido cerrando por la falta de personal y material. Falta de todo, no hay medicamentos, ni botellas de oxígeno y tampoco sangre. En el escenario de Jartum y en todo el Sudan del Norte solo quedan los que no tienen adonde ir porque en el país y especialmente en la capital nadie se siente seguro. Por eso los diplomáticos de todos los países han optado por marcharse y se montaron arriesgadas operaciones de rescate para su evacuación. El gobierno de España montó una arriesgada operación aérea para traer a nuestros diplomáticos, entre ellos al embajador Antonio Isidro González y a otros 34 españoles residentes en el país, a los que se unieron 38 civiles de 11 nacionalidades distintas. La embajada española así como las de otros países han quedado cerradas porque la situación del país no ofrece una condiciones mínimas de seguridad.

Muchos observadores sostienen que esta huida rápida y casi repentina es un dramático mensaje de abandono enviado a la población sudanesa a la par que un mensaje implícito donde se puede leer que el conflicto puede durar. Son innumerables los que piensan que una vez que los diplomáticos y los extranjeros se han marchado, los bandos armados de los dos generales podrán luchar a campo abierto sin reglas, ni límites. Sudán será el escenario ideal para una carnicería anárquica. 

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