Opinión

Tormenta en la izquierda francesa

Las aguas turbulentas que agitaron la política francesa a lo largo de la campaña de las elecciones presidenciales no se calmaron con la confortable elección de Emmanuel Macron, sino todo lo contrario. Las turbulencias se han transformado en implacable granizo ante las próximas elecciones generales a la Asamblea Nacional que condicionarán la acción gubernamental de los próximos años. Hasta ahora todo sigue igual, el gobierno de Jean Castex continuará en pleno ejercicio hasta el próximo viernes, 13 de mayo, fecha oficial del fin del anterior mandato de Macron.

Los resultados de la primera vuelta supusieron un hundimiento pavoroso para la izquierda y especialmente para el Partido Socialista que obtuvo un insignificante 1,7% con la candidata Anne Hidalgo, alcaldesa de París. En el partido cundió una desolación desesperada. Fueron muchas las firmas que escribieron epitafios de lamentación y nostalgias de adiós al partido de François Mitterrand. La única formación de izquierdas que se salvó de la quema electoral fue el movimiento Francia Insumisa liderado por el populista de extrema izquierda Jean Luc Mélenchon, así le calificaban los socialistas durante la campaña, que obtuvo el 21,95% de los votos, apenas un punto menos que la señora Martine Le Pen, que pasó a la segunda vuelta. A pesar de no haber pasado a la segunda vuelta, Mélenchón lució sobre su cara redonda la sonrisa satisfecha de las grandes tardes y proclamó delante de sus enfervorizados seguidores: “Se abre una nueva página de combate. Los votos son nuestra fuerza.” Recobrada la serenidad y superado el primer arrebato de euforia, dijo: “Yo soy la izquierda” e inmediatamente se puso a maniobrar para unir a la izquierda de los distintos partidos en torno a su proyecto con vistas a las elecciones generales del próximo día 12 de junio en primera vuelta y 19 de junio en segunda. Sueña que con esa unidad, la izquierda podrá obtener mayoría en la Asamblea Nacional y convertirse él, en primer ministro del gobierno con Macron de presidente. Las cosas no van a ser tan fáciles. En principio, la cohabitación con Macron sería tensa y crispada, son hombres de carácter fuerte e ideas opuestas y enfrentadas. Uno anticapitalista y euroescéptico; el otro, europeísta integrante y partidario de la sociedad de mercado. Una locura, pero las urnas no siempre arrojan resultados lógicos y razonables, por mucho que se asegure lo contrario. Es casi imposible que en un mismo paisaje político convivan progresistas y nacionalistas como le gusta repetir a Macron. A Jean Luc Mélenchon no le importaban las opiniones de los distintos columnistas que le crucificaban, su primer objetivo era aglutinar a la izquierda en torno a su persona y a su proyecto. Las negociaciones comenzaron al día siguiente de conocer los resultados de la primera vuelta de las presidenciales. El primer acuerdo llegó el pasado miércoles día 4 de mayo que establecía las convergencias programáticas de Europa Ecológica-Los Verdes con los Insumisos de Mélenchon. Los problemas más graves para el acuerdo no fueron ideológicos sino el reparto de las circunscripciones electorales. La fuerza de Mélenchon para reclamar el liderazgo de esta Unión de las izquierdas es la enorme diferencia de votos en relación con el resto de formaciones izquierdistas. Después de los Verdes, Mélenchon negoció con los comunistas, fue fácil ya que para los comunistas la alianza suponía un flotador de supervivencia. ¡Qué lejos quedan los tiempos luminosos de Marchais como Secretario- General del Partido Comunista francés!. La unión del Nuevo Partido Anticapitalista llegó con la naturalidad de la ley de la gravedad a formar parte de la recién nacida “Nueva Union Popular”. El texto del acuerdo definitivo para el nacimiento definitivo parece que recoge la soberanía de las leyes nacionales frente a las europeas, en la línea de Hungría y Polonía, solo que desde una perspectiva de izquierdas. Durante la campaña, Mélenchon martilleó, quería una Francia no alineada, lo que no significaba que deseaba una Francia neutra. Las críticas sobre esta idea motriz sobre Francia le llovieron desde todos los sectores ideológicos, los más virulentos en el ataque fueron los socialistas de Anne Hidalgo y los ecologistas de Nick Jadot. El tono contra Mélenchon se convirtió en una diatriba airada a medida que avanzaba la brutalidad rusa en la guerra de Ucrania.

Desde el primer momento, la pieza mayor que Jean Luc Mélenchon quería cazar para su proyecto era la del Partido Socialista, no por su resultado electoral que fue de una exiguo 1,7% sino por su ampla implantación territorial, la única fuerza de izquierdas con presencia real en todos los rincones del territorio nacional. Para el Partido Socialista francés unirse a la Francia Insumisa era un salto a lo desconocido y para muchos de sus grandes tenores, lo desconocido era el abismo. Un partido serio de gobierno, entregado a los excéntrico radicalismos de un aventurero era una locura histórica. Los planteamientos que les separan desde todos los puntos de vista parecían insalvables, pero contra todo pronóstico, el pasado día 4, hace apenas cinco días, Adrien Quatenens anunciaba que las delegaciones de la Francia Insumisa y el Parido Socialista había llegado a un principio de acuerdo para concurrir juntos a las elecciones de junio. Muchos se frotaban los ojos para creer que lo que leían era cierto. Lo que en principio todos daban como imposible se había logrado después de dos días y dos noches de discusiones que ponía fin a 14 años de descalificaciones, insultos y desacuerdos. El Partido Socialista se justifica diciendo que con el acuerdo pretende evitar que Emmanuel Macron prosiga con su política injusta y brutal, y también frenar a la extrema derecha.”

El acuerdo para presentar candidaturas conjuntas y un programa compartido deberá presentarse al Consejo Nacional del PS compuesto por unos 300 miembros. La reunión se celebró el jueves al anochecer y después de casi tres de apasionados y tormentos debates se aprobó el acuerdo.

La mayoría de los grandes nombres del socialismo lo lamentan como el ex presidente Hollande y el ex primer ministro Bernard Cazeneuve piensan que lo ocurrido es el suicidio del gran partido de la izquierda francesa, en cambio el Primer Secretario Edgar Faure confiesa que lo acordado es la única manera de mantener viva a la histórica formación. La explosión de lo que queda del Partido será inevitable. El respetado Partido Socialista francés se está disolviendo en una atmosfera lúgubre. Lamentable. Todo termina o cambia. Es la dinámica de los procesos históricos. Nada es eterno.

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