Opinión

EL AVE Y EL MAPA DEL CEREBRO

Estos días he leído dos noticias que me llamaron la atención y que no puedo dejar de comparar por lo que suponen de distinto enfoque de la realidad y del futuro. Una es que, al parecer, por el Ministerio de Fomento se está sopesando la posibilidad de hacer una estación de AVE para Ourense más barata, porque la que está prevista nos va a costar unos 70 millones de euros (11.647.020.000 millones de las antiguas pesetas). La otra noticia viene de Estados Unidos, donde el presidente Barack Obama acaba de autorizar una investigación científica para crear el mapa de la actividad cerebral para saber como funciona y como es capaz de hacerlo a la velocidad del pensamiento, lo cual supondrá para los contribuyentes americanos un desembolso inicial de unos 100 millones de dólares (77 millones de euros).


Dijo Obama, en la presentación del proyecto, que cada dólar que Estados Unidos invierte en innovación les revierte a su país unos 124 dólares de ganancias, aproximadamente. Es decir, que aquí nos vamos a gastar, más o menos, en la estación del AVE de Ourense lo que los americanos se van gastar en la inversión inicial para crear el mapa de la actividad cerebral. Todo el proyecto del mapa cerebral está presupuestado en unos 2.310 millones de euros a repartir en 10 años, cifra inmensamente inferior a lo que nos hemos gastado o gastaremos en España en AVE. Este mapa cerebral, cuando esté hecho, supondrá un avance científico y médico de primera magnitud, del que se beneficiarán muchísimas personas y que creará una gran riqueza duradera, dinamizará la economía y creará muchos puestos de trabajo. Es, a mi modesta manera de entender, una inversión muy bien hecha y muy rentable desde todos los puntos de vista.


Frente a ella está lo que nos han costado o costarán las estaciones del AVE (Vigo, Toledo, Cáceres, Ourense, etc., etc., etc.), que suponen grandes obras arquitectónicas vacías de contenido en su mayoría, como ocurrió con la Ciudad de la Cultura, la nueva terminal del aeropuerto de Santiago de Compostela, el aeropuerto de Castellón, y así una detrás de otra. También llama la atención el hecho de que Estados Unidos no tenga la cantidad de kilómetros de AVE que tenemos en España (nosotros somos los segundos del mundo), siendo aquel un país mucho más rico que el nuestro y en el que las distancias que existen de una punta a otra del país son mucho mayores que las de España. En cualquier caso es evidente que con los distintos AVE los españoles llegamos en tren a nuestros destinos muchísimo más rápido, mientras que los americanos no llegaran tan rápido en tren, aunque sí en avión, pero eso sí, sabrán lo que aquí no sabemos, cómo funciona el cerebro y cómo es posible que todas sus reacciones se produzcan, no a la velocidad del AVE, sino a la velocidad del pensamiento, que es muchísimo más rápida.


Las obras del AVE crean temporalmente riqueza, aunque su coste de funcionamiento es muy deficitario (y el déficit ya se sabe lo que trae), mientras que el conocimiento del mapa del cerebro creará un mundo de posibilidades y gran riqueza. Está claro que aunque los seres humanos tenemos en común el mismo cerebro, lo usamos de distinta manera. Por cierto, uno de los principales impulsores de este proyecto del mapa de la actividad cerebral es un científico español, al que Obama acaba de recibir y escuchar.


Y para concluir nos podemos preguntar ¿por qué aquí nos gastamos tanto en el AVE y tan poco en aprovechar las funciones del cerebro? Que cada uno se conteste a sí mismo, pero lo cierto es que así estamos como estamos y que todos sabemos cual es el problema de España.

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