Opinión

Elecciones pedagógicas

El resultado de estas elecciones al Parlamento Europeo no es extrapolable a otras elecciones (generales, autonómicas o municipales), entre otras cosas porque la abstención siempre es mucho mayor y porque la circunscripción es nacional. Dicho esto, habría que estar ciegos para no darse cuenta de que el resultado es un serio aviso a los dos grandes partidos. Aun siendo en conjunto hegemónicos, el número de votos que han perdido es muy significativo.

El resultado refleja muy bien la realidad social, el estado de ánimo de los ciudadanos. Por una parte está una gran mayoría desilusionada, desanimada, que se siente desamparada, pero no con un determinado partido, sino con el sistema político, y que a la hora de votar ha desistido de ese derecho porque no percibe que su voto valga para algo. Esta actitud es comprensible, aunque no recomendable ni eficaz; de hecho, los que se abstuvieron han perdido una gran oportunidad de participar, de dar su opinión, de colaborar en la solución de los problemas. Que haya ganado la abstención demuestra que la gran mayoría de los ciudadanos, al menos en estas elecciones, están desilusionados, pero ¡con todos los partidos!, no sólo con el PP y el PSOE. Se presentaron 39 partidos a las elecciones y a la gran mayoría de los ciudadanos no les valió ninguno, ¡tremendo!

Es también significativo que el Partido Popular haya sido el que más votos tuvo, y esto se debe a que, a pesar de todo, muchos ciudadanos creen que las medidas del gobierno son duras, pero necesarias y poco a poco efectivas. A continuación viene el PSOE, que ha mantenido un nivel de voto cercano al del PP, pero que tendría que haber obtenido un resultado mucho mejor, y si no lo han logrado es porque en realidad muchos dudan que los socialistas sean la solución al problema que se creó cuando ellos gobernaban. Los demás partidos han crecido casi todos, esto es cierto (incluso aparece alguno nuevo), pero lo han hecho porque hablar y predicar sin gobernar es muy fácil, lo difícil es coger el toro por los cuernos y solucionar los problemas.

En fin, para mí este resultado es la consecuencia de la falta de pedagogía política, de liarse en las campañas con frases hechas, de hablar de todo menos de lo que hay que hablar, de hacer debates encorsetados, de dedicarse a insultarse unos a otros, de una corrupción presente día a día en la vida de los ciudadanos, de la incapacidad de llegar a grandes acuerdos... Hace falta ¡mucha pedagogía!, hace falta ¡mucha claridad!, hace falta ¡mucha grandeza de miras!, hace falta ¡mucha generosidad!, pero sobre todo, perdón por la repetición, ¡mucha pedagogía! Es necesario decir la verdad a los ciudadanos, decirles que no se puede dar todo lo que se pide, aclararles que el Estado tiene límites, que no se puede llegar a todo, aunque sí tiene que asistir a los que lo necesitan. Es necesario llegar a pactos de estado en todos los temas fundamentales. Y sobre todo que la ciudadanía perciba autenticidad en los mensajes y en los debates. Siento mucho más aprecio por un político que es capaz de decir que no a una petición que el que dice que sí a todo lo que le piden.

En fin, el sistema tiene medios para regenerarse, sin necesidad de llegar a soluciones extremas que nunca son buenas, pero ¡ojo!, si el sistema no lo hace que nadie se llame a engaño si en el futuro aparecen en España una Marine Le Pen, un Beppe Grillo o un Perico de los Palotes. Aún estamos a tiempo.

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