Opinión

Si no fuera Mónaco

Muchos habríamos cambiado de canal a las cinco vueltas de ponerse el semáforo en verde.

Mónaco no gusta ni a pilotos ni a escuderías y muchos aficionados consideran que es uno de los GP más aburridos del año. Sin embargo, todos quieren estar allí, cosas del glamour. La carrera del principado tiene algo especial, un misticismo que atrae a pesar de ofrecer año tras año una carrera tediosa, marcada este año por los safety car, la gestión del desgaste de los neumáticos y que se pareció más a una prueba de resistencia que a lo que realmente es, una competición de velocidad en la que el más rápido tras completar las 78 vueltas es el que debería ganar.

Lo poco salvable de este 'paseo' por el principado fue la agresividad en carrera de los Hamilton, Sutil y Pérez. Penalizados y recriminados por su actitud por sus compañeros de parrilla, son el auténtico espíritu de la competición y los que evitan en muchos casos que nos quedemos dormidos de sopor en la sobremesa de los domingos. A mí dadme 22 guerreros polémicos y que la FIA se quede con sus pilotos de salón.

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