Opinión

Las casas de la memoria literaria

La casa que es otra -la casa del engaño y de la doble identidad-, es central en la trama narrativa de la novela ejemplar de ‘El casamiento engañoso’ de Cervantes. Doña Estefanía promete a Campuzano una casa que no es suya, y ésta se transforma en un espacio ficcionalizado con la llegada de sus dueños. A ella trasladó Campuzano sus pertenencias: las falsas cadenas de oro guardadas en un baúl. La doble historia de Campuzano, su enfermedad y sus amoríos con doña Estefanía, se hila en dos espacios sumamente emblemáticos: el Hospital de la Resurrección donde se cura de sífilis y donde, en agudos momentos de fiebre, oye hablar a dos perros: Cipión y Berganza. Y es el espacio en donde Campuzano escribe el coloquio de los perros en un cartapacio. Las locuras imaginarias de Campuzano, producidas por la fiebre sifilítica -en don Quijote por la lectura-, desembocan en la morosa lectura del licenciado Peralta mientras Campuzano duerme. La casa del licenciado Peralta, donde Campuzano confiesa su engaño, y donde Peralta lee el coloquio, la Posada de la Solana (encuentro de Campuzano con doña Estefanía) y el hospital son variaciones del espacio doméstico, y extensiones sociales y arquetípicas de la casa de don Quijote.


Sevilla, abierta al Nuevo Mundo, espacio de novedosas llegadas y de inquietantes salidas, se establece como un destacado espacio social en la novela ejemplar de ‘Rinconete y Cortadillo’ de Cervantes. Lo rige, vigila y gobierna el corpulento Monipodio, moreno de rostro, alto de cuerpo, cejijunto, barbinegro, de tosca figura. El feroz regente, de unos cuarenta y cinco años, mantiene el monopolio sobre las mercancías robadas y sobre la acciones de los miembros de su cofradía. El ingreso en su mundo secreto se obtiene apropiándose de sus leyes, reguladas por un libro de memorias que organiza las acciones criminales.


El libro de memorias de Monipodio, contabiliza costos y cantidades cobradas. Es un detallado registro de créditos. Todos están sujetos a prescripciones, reglas, normas y leyes que Monipodio dicta y aplica con rigor. El libro es su control; la casa, el espacio de lectura. En él también consta la vida religiosa, deformada, de la vieja Pipota, los problemas domésticos de Juliana la Cariharta y Repolido, los provocativos bailes y canciones de la Escalanta y de la Gananciosa, las matracas de Chiquiznaque, Maniferro y Ganchoso. El libro es el manual de educación básica con que Monipodio adoctrina a su escuela de pícaros, situada en la andariega y corrupta Sevilla del siglo XVII.


La casa de Monipodio es la escuela de picardía, el carnaval del orden doméstico, la perversión de la casa de la justicia. El manuscrito de Monipodio, como en ‘Don Quijote’, es su emblema más representativo. Dicta, impone, regula, rige, forma e informa sobre la conducta de los delincuentes sevillanos. Pateando la Sevilla del siglo XVII, tan conocida por Cervantes, se retratan sus aspectos sombríos. Incluye todas las capas sociales: desde la aristocracia hasta el vulgo; del rico encopetado, al marginado, y del corrupto sistema judicial, al administrativo. Destaca a la vez la casa que, a modo de jaula, harén, alcázar, fortaleza, convento y monasterio, fabrica el viejo Carrizales en ‘El celoso extremeño’, el indiano recién llegado del Perú, para guardar y proteger a su joven esposa, Leonora.


La casa se amuebla con objetos o, dada la pobreza de quien la ocupa, está totalmente vacía de enseres, tal como sucede en el ‘Tractado tercero’ de la singular historia del ‘Lazarillo de Tormes’, cabeza del género de los libros de pícaros. El escudero abandonó su casa solariega, en ruinas, situada en las cercanías de Valladolid, y se mueve a una de alquiler, en Toledo, cuyo costo no puede cubrir. Es la casa tumba o sepulcro a la que, en la mente infantil de Lazarillo, se dirige una comitiva funeral. La casa donde se nace o a donde se vuelve para nunca más salir es uno de los arquetipos culturales más persistentes en la mente humana y en las culturas de todos los tiempos.


(*) Parada de Sil

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