Opinión

QUID PRO QUOD: LOS MALES DE LA ENDOGAMIA

La ciudad de Providence, situada al sur de Boston, capital del estado de Rhode Island, presentaba hace una década una rampante corrupción. Varios gobernadores terminaron en la cárcel, al igual que el alcalde de la ciudad, Buddy Cianci, encarcelado en dos ocasiones. La ciudad, famosa por su distinguida universidad (Brown), por una popular serie televisiva (Providence) y por varias películas filmadas en el barrio italiano, adquirió nueva faceta. La controlaba el mafioso Patriarca, con absoluto dominio en la ciudad y con numerosos tentáculos en la región conocida como New England (Nueva Inglaterra). Providence conoció épocas de gran prosperidad. Una poderosa flota comerció en la trata de esclavos, que desde puertos del Caribe distribuían su indigna mercancía a los grandes plantaciones de algodón de los estados sureños. Abolida la esclavitud, la exportación de manufacturas al lejano Oriente (China sobre todo), y la importación de sus productos, creó una nueva riqueza. Grandes centros metalúrgicos y textiles, industrias en torno a la pesca de la ballena, que inmortalizó Melville en su novela de Moby Dick, aportaron nueva riqueza a la ciudad.


Entre sus barrios de inmigrantes, destaca el italiano. Hábiles en mover las cuerdas del poder, sus descendientes han ido formado una potente clase en el gobierno y en la administración de la ciudad. Los cargos mejor dotados están en sus manos. Se suceden de generación en generación. No es fácil romper el monopolio de no ser de origen italiano. La ciudad ha estado al borde de la ruina. La situación llegó a ser tan alarmante. Una comisión nombrada ad hoc examinó las causas de tal corrupción, estableciendo medidas para corregir y alterar tal situación. Al frente se nombró a Vartan Gregorian, el rector de la Universidad de Brown, de origen armenio, distinguido gestor, con el fin de llevar a cabo una evaluación objetiva. El veredicto fue unánime: el estado de Rhode Island fue descrito como un estado endogámico (an endogamic state).


La frase hizo historia. El calificativo aún perdura. El término endogamia tiene una clara raigambre clásica: del griego endón, 'dentro' y gamos, 'casamiento'. Alude al matrimonio o reproducción entre individuos de ascendencia común, familia o linaje. En biología, la endogamia alude al cruzamiento entre individuos de una misma raza dentro de una población aislada, tanto geográfica como genética. Se opone a exogamia, que supedita la unidad de la tribu o del clan a su continua revitalización gracias a la mezcla genética externa. El sistema endogámico defiende la homogeneidad del grupo. Tal sucedía en las familias reales europeas, ocasionando con frecuencia la degeneración biológica.


El término corre paralelo con nepotismo, es decir, cargos que se suceden entre amigos, familiares y leales al poder. Nepotismo (latín nepos) es la preferencia que tienen algunos gobernantes o funcionarios públicos para dar empleos a sus familiares sin tener en cuenta su competencia. En los países nórdicos más adelantados se practica la meritocracia, en su concepción de darwinismo social. El supeditar el mérito o inteligencia de la persona a su particular grupo familiar o político, se considera llanamente corrupción. Un claro ejemplo: el gobernante que deja en cargos públicos a su hermano o impone como sucesor a otro hermano. O contrata a un pariente por el hecho de ser de la familia en prejuicio de una mayor capacidad de otros aspirantes.


La misma Iglesia no se salvó de casos fragantes de nepotismo. El papa Calisto III, de la familia Borja, convirtió a dos sobrinos en cardenales, uno de los cuales, Rodrigo, llegó a ser pontífice con el nombre de Alejandro VI. Y éste promovió a cardenal al joven Alejandro Farnesio que llegó a ser papa con el nombre de Pablo III. Lo mismo hizo Urbano VIII, de la familia Barberini, quien nombró cardenales a sus tres sobrinos. El pueblo romano corrió el dicho, 'quod non facerunt barbari, facerunt Barbarini' ('lo que no hicieron los bárbaros, lo hicieron los Barbarini').


La próspera ciudad de Providence sigue al borde de la ruina, causada, en parte, por su recalcitrante endogamia. El quid pro quod ('yo por ti, tú por mi') también es práctica habitual por estas laderas.


(Parada de Sil)

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